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Mostrando entradas de febrero, 2010

Salvador Robles Miras

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Pequeñas palabras Microrrelatos del libro Pequeñas palabras* http://www.parentesiseditorial.com/PEQUENAS-PALABRAS-isbn-9788499190617.html E l vuelo de la imaginación Un accidente de tráfico lo había recluido a perpetuidad entre los límites de su propio cuerpo; pero su imaginación, acostumbrada a volar desde la infancia, con cada luz del alba, desplegaba las alas, y volaba y volaba y volaba, hasta caer rendida entrada la noche. Entonces, con los retazos de vida que había recogido en su vuelo imaginario, tejía la tela del sueño. U na posibilidad En medio del vertedero de basuras, el niño pordiosero entrevió la posibilidad de un futuro diferente al que la sociedad había reservado para él. Hurgando con las manos desnudas en el interior de una bolsa de plástico, extrajo una corteza de pan mohoso, incomible, pero en cuya superficie el pequeño pordiosero descubrió la belleza. Y, en ese momento, una luz en forma de pregunta alumbró su interior: «¿Y si el adulto que le aguardaba en

Juan Carlos Vecchi

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NADA                                                           “A la Perinola…”.      HACE TIEMPO que anda Lucía practicando un mal hábito en su vida cotidiana: mira a Lisandro únicamente para odiarlo un poco más.    Dos o tres veces cada día, cuando la cercanía al azar lo amedita, ojos de ‘bruja mala’ le pone Lucía a Lisandro.    —¿Qué pasa, mujer? —pregunta entonces su marido, al percibir la cazadora mirada de Lucía.    La respuesta de ella es siempre la misma, una palabra de cuatro letras muertas:    —Nada.    Una mañana, Lucía, habiéndose levantado con la pantufla derecha – Lucía es zocato (1) -, decidió fusilar a Lisandro y, desde ese día, nunca más lo miró: ni de frente, ni de costado y reojo, ni desde atrás y con el palo de amasar en su mano hábil.    Ciertamente, Lisandro no se dio cuenta que su mujer ya no lo miraba, pero a sus cuerdas vocales comenzó a faltarle algo; detectaron enseguida que ya no pronunciaban aquella frase interrogativa: ¿qué pasa, mujer?  

Ángel Balzarino

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LA FAMA DE CLODOMIRO                                                                                                                                                 Por suerte conseguimos ubicarnos en la tercera fila.  Bastante cerca de la pista.  No es para disfrutar mejor del espectáculo.  Quiero asegurarme de que me veas.  Sacudirte con mi presencia.  Vengarme.  Alcanzar por fin esa vieja aspiración.  Y ahora, señoras y señores, llegó el momento de presentarles la mayor atracción del circo Ideal.  La figura que despierta el fervor y la admiración de todos los públicos.  El hombre del estómago más grande del mundo.  Ya, aquí, con nosotros, el gran Clodomiro. Después de las palabras del anunciador siempre espero algunos minutos para salir.  Me agrada sentir el marcial redoble de la música. También las voces cada vez más alteradas.  Y los aplausos.  Impetuosos, casi histéricos.  Signos de impaciencia por gozar de la función.  Y el atractivo central soy yo.  Sí.