Juan Carlos Vecchi

NADA 
                                                      “A la Perinola…”. 

  HACE TIEMPO que anda Lucía practicando un mal hábito en su vida cotidiana: mira a Lisandro únicamente para odiarlo un poco más.
  Dos o tres veces cada día, cuando la cercanía al azar lo amedita, ojos de ‘bruja mala’ le pone Lucía a Lisandro.
  —¿Qué pasa, mujer? —pregunta entonces su marido, al percibir la cazadora mirada de Lucía.
   La respuesta de ella es siempre la misma, una palabra de cuatro letras muertas:
  —Nada.
  Una mañana, Lucía, habiéndose levantado con la pantufla derecha – Lucía es zocato (1) -, decidió fusilar a Lisandro y, desde ese día, nunca más lo miró: ni de frente, ni de costado y reojo, ni desde atrás y con el palo de amasar en su mano hábil.
  Ciertamente, Lisandro no se dio cuenta que su mujer ya no lo miraba, pero a sus cuerdas vocales comenzó a faltarle algo; detectaron enseguida que ya no pronunciaban aquella frase interrogativa: ¿qué pasa, mujer?
  Dos o tres días pudieron contenerse las cuerdas vocales de Lisandro hasta que, a pocos minutos de la medianoche de otro olvidado cumpleaños de Lucía, a la espalda de ella le preguntaron:
  —¿Qué hora es, mujer? —en realidad, hubiesen querido preguntarle “¿qué pasa, mujer?”, pero lo que se escuchó en la cocina fue eso.
    —Nada… —contestó Lucía sin darse vuelta, sin darse cuenta y sin ton ni son. 
  1. Izquierdo, siniestro

(c)Juan Carlos Vecchi
Olavarría
Provincia de Buenos Aires
Argentina

imagen: Roberto Rossi, Mesa celeste (muestra Vida Quieta en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco)

Comentarios

Juanca Vecchi ha dicho que…
Gracias por publicar esta NADA, querida Araceli.

Un abrazo cordial para vos y todos.

Juanca Vecchi.
Belén Vecchi ha dicho que…
muy bueno juanca! tu hija.
Juanca Vecchi ha dicho que…
Gracias, Belena...

Tu papei :)
Irrisor ha dicho que…
Muy buen micro, Juanca.

Vale por todo un tratado sobre la incomunicación. Nada, nada, dice Lucía al final. Pero con ton y son, eh...

Felicitaciones

Manu
Juanca Vecchi ha dicho que…
Hola, querido Manolo y justamente eso, maestro, llevar al límite de la exageración la incomunicación en las parejas humanas y lo que vos destacás, era una certeza antes de poner la primera frase, terminar la historia con un poco de música en el discurso (y mucho silencio en el plano de la historia).
Abrazote y gracias de alma, por tu comentarme.

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