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Mostrando entradas de mayo, 2012

Pablo Paredes

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Escobas de otoño Debajo de los árboles, a los escobazos sobre las agonizantes hojas, para que se desprendan, apurando un otoño sucio y molesto. No importa por qué el otoño, no importa por qué caen las hojas, ¡sólo importa que termine y termine ya! El hombre intentando a los escobazos apurar a la naturaleza. ¡Apuráte maldita, que tengo otras cosas que hacer! ¡Estoy ocupado como para estar encima tuyo! El entorno del hombre ya no es lo natural, el entorno ahora es lo social. ¿Quién le ha robado el hombre al hombre? Un duelo, un periodo de crecimiento, un momento de desafío, son procesos naturales que molestan, estorban a nuestros ingenuos proyectos sociales. No reconocemos aquello que es natural, propio de nuestra existencia, que guarda un verdadero sentir y vivir, que hoy no podemos descubrir. (c) Pablo Paredes Buenos Aires Acerca del autor: Pablo Paredes (Campana, Provincia de Buenos Aires) actualmente media los estudios de medicina, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Bue

Cecilia Vetti

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Un tío viejo Alguien se había pegado al timbre y estaba dispuesto a no soltarlo. A la hora de la siesta no acostumbraban a pedir limosna, aparte de que ahora había pocos pordioseros recorriendo las calles, y mucho menos un domingo. Tampoco esperaba visitas. Nora dormía la siesta como si nunca fuera a despertar. Se levantó con desgano y se calzó las chinelas. Observó por la mirilla de quien se trataba. Era el tío Eugenio, por más  que hacía años que no lo veía, lo hubiera reconocido en cualquier lugar. - ¡La puta que te parió!... ¡De que cajón resucitaste! Estaba más viejo, más flaco, más vencido. Tenía el mismo gesto de capitán de barco. Siempre discutía con el viejo, podía recordar los gestos y las palabras. Para ellos, la tierra y el campo era lo principal. Dio vuelta la llave y abrió. El tío se quedó mirándolo como si lo hubiera visto ayer. Hacía más de diez años que él no aparecía por el pueblo. Un pueblo chato y sin ambiciones. – ¿Tío Eugenio, cómo llegó