Doménico Chiappe

(c) Lisbeth Salas El primo Arturo Le volví a escribir a mi tía. Por aquí estamos bien y tú cómo estás, un formalismo para preguntarle por mi primo. Desde hace unos meses le escribo con cierta frecuencia para que me cuente qué tal le va a Arturo y ella siempre esquiva la contestación. Sus mails son concisos y sólo habla de sus nietos, los hijos de mi prima. Comienzo a sospechar. Nunca dice nada de él, pero yo sé que sigue viviendo con ella aunque ya se acerca a los 40. Hace unos años Arturo me escribió la última carta suya que he recibido. Siempre en papel y por correo postal, su letra temblorosa y sin comas me decía: Estoy harto de ver cómo la gente que me rodea en esta ciudad quiere ser auténtica pero todos usan zapatos. Pero luego me decía: nos hemos ido lejos y siguen persiguiéndome. Mi tía emigró con mis primos después de su divorcio. Arturo tenía 18 años y Elisa, 16. Yo tenía la edad de mi prima. Ambos tratábamos a Arturo como si fuera el hermano pequeño. Crecimos juntos...