Araceli Otamendi

Origen de los pájaros Ella lloró mucho hasta quedar seca. El especialista la decepcionó, le quitó toda esperanza. Entonces todo dio vueltas y giró mil veces a su alrededor hasta que se quedó dormida, casi muerta. Nunca podría tener hijos. Iba a escapar del tiempo, a vivir fuera de él. Se fue a vivir a un bosque donde siempre era otoño, a una pequeña casa de madera y techo de vidrio. A través del cristal se podían ver las estrellas titilantes, burbujeantes, todo estaba tan cerca. Se podía alcanzar una estrella estirando la mano. Le pareció escuchar una respuesta y como si alguien le dictara al oido buscó arcilla del río y la trajo a su casa. Esperaba que se fuera el sol y cuando se encendían los grillos iniciaba su paciente tarea. Primero la cabeza, luego las manos, el torso, los pies, las piernas, los brazos. Los niños de barro nunca tenían sexo. Hizo miles y miles. Los cocía en un horno de barro y los apilaba dentro de la casa. Así durante años. Hasta que fue casi vieja y sus manos se...