Nilza Amaral

Nilza Amaral En la tienda del viejo inmigrante Cada sábado por la tarde el espectáculo acontece. El hombre monta un caballo al revés, aferrándose a la cola del animal, sale por las calles de la aldea, en una demostración gratuita para unos pocos transeúntes que se detienen para reírse un momento. Sin embargo, absortos en sus quehaceres retoman su camino, sin saber por qué aquel aldeano de alpargatas, bombacha de campo, y sobrero de paja atraviesa el pueblo todos los sábados por la tarde haciendo payasadas encima de esa yegua flaca. El punto de partida y de llegada de ese jinete es la tienda del viejo inmigrante lleno de nostalgia por su Venecia, las góndolas y el olor del mar de su tierra natal, de la cual se fuera debido a las inundaciones que casi se tragan a la isla en el año dieciocho. El viejo cobra caro los tragos de aguardiente que ofrece a los clientes del fin de semana, a los agricultores que compran mercaderías para ab...