Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2010

Araceli Otamendi

Imagen
Silke, La suma sacerdotisa (Muestra Arcanos en seda) Lucía y la adivina* A compaño a Lucía a la casa de una adivina. Lucía  es una mujer relativamente joven, estará cerca de los cuarenta, no los aparenta salvo por el gesto demasiado serio que permanece invariablemente en su cara, casi nunca se ríe. En realidad la adivina es una mujer que tira las cartas. Proliferan en Buenos Aires. Nunca había ido a un lugar así. No sé por qué Lucía me eligió a mí para que la acompañe, no creo en ese tipo de cosas, tal vez se sienta más segura si va con alguien. El problema de Lucía es que el marido, más joven que ella, buen mozo y simpático es un hombre con suerte. Le va bien en su profesión y Lucía está siempre expectante. Teme que se lo roben. Teme que le hagan algún maleficio, que alguien con poderes mágicos y no tan mágicos lo aleje de ella. La casa de la adivina queda en un barrio de Buenos Aires, algo alejado,  es un departamento antiguo, modesto. Cuando entramos hay una canti

Araceli Otamendi

Imagen
                            Alfredo Volpi, Hombre con paraguas en el paisaje (de la muestra en el Malba) La lluvia Llueve a cántaros y es de noche. Marisa ha entrado a su cuarto y ha cerrado la puerta con llave. Recién se ha despedido de Tomás con un portazo. Ella le ha cerrado la puerta del auto, un pequeñísimo auto y le ha dicho: - Andáte, no te quiero ver más. Y él se ha ido. Enojado, confundido. El auto se ha alejado en la noche oscura, muy oscura. Oscura como  los pensamientos de Marisa… Y ahora ella  llora, llora y llora. Lloraba desconsoladamente. Marisa llora y las lágrimas caen negras de rimmel sobre los papeles de la mesa donde estudia. La cortina de lluvia le impide ver la calle. Intenta reconstruir las últimas palabras de la discusión con Tomás. ¿Por qué habían peleado? ¿quién había iniciado la discusión? Sólo sabía que Tomás se había puesto inflexible: no iba a ceder. ¿Por qué tendría que ceder él o ella?  ¿por qué siempre tendría que ceder alguno de los dos? Las h

Tomás Juárez Beltrán

Imagen
LA ALCANCÍA DEL AMOR Luego de cruzar las Altas Cumbres comencé a descender hacia Mina Clavero. El tráfico vehicular era lento, el calor insoportable. Después de un control policial de rutina doblé hacia a Nono y al llegar al pueblo detuve la marcha en una estación de servicio. Como la fila de automóviles que esperaban para cargar combustible era interminable, bajé de la rural con la intención de estirar un poco las piernas y caminé hacia un quincho de paja. Allí, sobre improvisados escaparates, ofrecían todo tipo de baratijas: jarrones de dudoso diseño indígena, gauchos de madera, llaveros con escudos municipales, ocarinas sin sonido y otras naderías. Cuando estaba a punto de regresar a la estación, sobre una tabla de algarrobo a pleno sol de la siesta, observé cuatro chanchitos de cerámica que enfilaban sus perfiles porcinos hacia el cerro Champaquí. Era curioso, parecían pertenecer a una misma familia. El más grande encabezaba la fila y tras él, de mayor a menor, se ubicaban los d

Araceli Otamendi

Imagen
Película Mientras desde el televisor sale la frase contundente: - si te hubieras casado con Gustavo Rodríguez (la pronuncia una suegra bigotuda dirigiéndose a la hija todavía joven y casada con un poco querido yerno), es una película blanco y negro, cine nacional, no sabe la fecha.  Laura mira la calle a través del vidrio de la ventana. ¿Qué puedo decirle? El discurso es interminable. Dijo Gustavo Rodríguez pero podría haber sido Pedro Pérez, Raúl López, Eduardo Martínez, Ignacio García, cualquiera. Porque nadie le venía bien. -          ¿No es cierto? – pregunta la vieja mientras Laura asiente ¿asiente? Mientras camina por el living, va hacia la cocina a poner el agua para el mate. -          ¡Nenaaaa! -          Síiiii, mamá – asiente pero sin ganas porque las palabras la hacen pensar y piensa en Gustavo, en Pedro, en Raúl, en Eduardo, en Ignacio…en cualquiera que no es Roberto. -          Porque, nena… no me vas a decir que Roberto… -          ¿Qué decís, mamá? – (nuevamente pi

Paulina Juszko

Imagen
Ueno, S/T LOS  DERECHOS  DE  UN  HOMBRE    Como todos los domingos, Eugenio va a pedir que me apure con los ravioles porque a las 3 tiene el partido con los muchachos del club. Porque yo todavía le hago los ravioles amasados, como mi mamá y mi abuela. Y como mi suegra (que Dios la tenga en el infierno), y que él no se priva de recordarlos poniéndolos por las nubes… Las tradiciones hay que conservarlas, me parece, si no se pudre todo. Que es lo que está pasando ahora, se ve cada cosa en la tele, los hombres se casan entre ellos ¡qué horror!, se besan en la boca en pleno horario de protección al menor… Esto de apurar la comida siempre trae problemas porque Javi y Tere recién se levantan a la hora que el padre sale para el club – claro, como se acostaron a las 7, 8 de la mañana… -- y hay que recalentarles los ravioles. Pero, bueno, un hombre que trabaja toda la semana tiene derecho a divertirse sanamente los domingos. La locura de Eugenio es el fútbol, desde chico. Menos mal que e

Araceli Otamendi

Imagen
Septiembre, un buen fin de semana* D os ojos brillan   como escarabajos en la noche inusualmente cálida de Septiembre. Son oscuros, casi negros y alumbran una carita redonda y fresca, de la niña más chica. Tendrá alrededor de tres años y una expresión dulce y triste a la vez. El pelo es oscuro como los ojos. La otra niña, más grande, tiene el pelo lacio y rojizo, en sus ojos el brillo casi no existe y ocupa su lugar una opacidad gris, por momentos tiene una expresión de angustia. Las dos nenas juegan en un rincón del living, pisos de madera encerados, muebles Luis XVI, todo muy prolijito, todo muy ordenado. Sentadas en posición de buda visten y desvisten a varios muñecos de plástico. No miran hacia la ventana ni ven el azul profundo del cielo, tal vez ni siquiera escuchan los molestísimos ruidos de los escapes de los autos que corren a toda velocidad por la Avenida Nueve de Julio. El aire, naturalmente viciado de la gran ciudad se ha tornado caliente y hay un aroma dulzón que a lo m