Carlos Caizza

El trámite
- Señorita, necesito saber...
- Sírvase este número y espere. Un oficial de Banca Personal la atenderá.
-¿...?
-Pase, la llamarán por el número.
- ¡Ah! Gracias.
Como las sillas estaban todas ocupadas, la anciana se quedó de pie cerca del televisor que, colgado de un extremo de la salita, mostraba la felicidad completa de aquellas personas que habían decidido confiar sus vidas a esa institución. Al menos logró distraerse con las imágenes, olvidando la incómoda espera. Su cerebro casi dejó de funcionar. Al igual que un teléfono con fiebre, solo recibía los impactos, no muy sofisticados, del video. Con los ojos muy abiertos, como los de una araña perpleja al ver escapar su presa, se abandonó a la experiencia.
Al rato, una empleada gritó su número por dos veces; alguien le tocó el brazo “Señora, es su turno”. Manteniendo la vista aún atenta al televisor, se dejó guiar hasta la oficinita de vidrio y fluorescentes.
-Tome as...