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Mostrando entradas de abril, 2016

Parafraseando Réquiem por un mundo desfallecido - Javier Claure Covarrubias

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Javier Claure C. Tío de la mina ilustración de Sandra Berg Mozard Todo era transparente a mi alrededor. Yo estuve en el vientre de mi madre nadando en el líquido amniótico durante varios meses. Yo era rebelde desde mi gestación. A veces me daba vueltas como un astronauta. Otras veces, me desplazaba hacia la izquierda provocando una leve punzada. De pronto llegaron las contracciones, mi madre pujaba con fuerza y lágrimas caían por sus mejillas. Finalmente rodó la envoltura, y llegué a este mundo de alegrías y de dolor. Yo nací en un lugar en donde las palliris, a la intemperie, martillan y martillan las piedras como Penélopes del altiplano; para encontrar el dorado de sus sueños. Pero en el dobladillo de sus polleras encuentran las cruces de su existir. En ese mismo lugar misterioso, plateado por el estaño, sale el Tío de la mina, todas las noches, con su farolito rojo amarillo verde. Corre por la calle Junín, y cuando llega a la altura donde se encontraba la cruz verde grit

El hombrecito de la fortuna amorosa adversa -Facundo Yedro

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Facundo Yedro   En la ciudad de Agranama, en los tugurios de mala reputación suele recordarse, con cierto aire melancólico la historia del matemático Gentile, el hombrecito de la fortuna amorosa adversa. Según cuentan, la tragedia del amor solo incurría, irónicamente, luego de un beso. Como un desatino cruel, cada ósculo acompañaba el dramatismo del olvido permanente. En ciertas ocasiones, la madrugada lo encontraba retirando su boca de alguien que no recordaba quien era. Y las muchachas entre sollozos y lamentos creían que aquel padecimiento no era más que una indecorosa puesta en escena para no incurrir en los miserables actos de encuentros persistentes. En el barrio, el deseo de mantenerle oculto aquella afección había sido siempre la principal tarea de su familia. Concluían que la ignorancia siempre atrae la dicha y, como contraposición, lo que se nos revela solo ocurre para acercarnos un poco más al infortunio y la desgracia. Por ello, solo se remitían a ofrecerles respue