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El misterio del cine*- (fragmento) - Antonio Costa Gómez

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Antonio Costa Gómez En el café Barbieri me preguntó el general Pilniak: “Entonces ¿cuál es el misterio del cine?”. Era un antiguo general del ejército soviético, que colaboraba con Casa Rusia, y tenía mucho interés por el cine. Lo conocí en la Filmoteca un día que miraba como un personaje de Dostoyevski una película de Parajanov. De vez en cuando me llamaba y charlábamos en el café Barbieri en los asientos de terciopelo.      “El misterio del cine –dije- es que nos recoge, que en él está nuestro aliento”. “¿Es eso lo que usted quiere sintetizar en su vino? – dijo- ¿El aliento de la gente?”  “¿Qué vino? –dije- Yo no estoy sintetizando nada. Solo me gusta mucho ver películas, todos ustedes ven visiones”. “Bueno, es posible –dijo-, pero nosotros sabemos qué poder, digamos diabólico, tiene el cine. Fíjese en El acorazado Potemkin o en Iván el Terrible, o incluso en La tierra, de Dobjenko”. “Se nota que tiene usted nostalgia de la época soviética” ...

Me llamó Boris Pasternak - Antonio Costa Gómez

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foto: Consuelo de Arco       Me llamó Boris Pasternak, me dijo: “Acuérdate de cuando escribí en 1917,  en medio de la guerra mundial “Mi hermana la vida”. Hablaba de la actividad de los trenes,  de como se movía todo el mundo a pesar de todo, de como empezaba  la primavera. Y escribí: “La vida, mi hermana. Aquí la ves que ella explota/ y se desfleca en lluvia, en llantos, en bofetadas de primavera”.  Y sentí la  energía.  Mordí la vida con gracia”.       Pasternak  me dijo:  “Los ancianos se agarran más la vida, la abrazan con fuerza, la beben en  cucharadas profundas. Igual que tu abuela de Tortosa poco antes de morir cuando le ponían la sopa de cena decía: “Me sabe a poco”.  Le sabía a poco la vida. Los viejos  saben lo que vale,  han pasado  mil cosas, los han amenazado tantas plagas, han renacido tantas veces. Pórtate como un viejo.  Los jóvenes se po...

Nuestra casa como un prado - Antonio Costa Gómez

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foto: (c) Consuelo de Arco     Consuelo y yo confinados damos largos paseos desde la cocina hasta la sala. Nos movemos por todas las esquinas de la sala. Observamos todos los libros y todas las visiones de las ventanas. Miramos a un enano que pasea   siempre a las doce, miramos a un monje tranquilo en el balcón de enfrente.   Leemos a Muñoz Molina, Camoens,   Claudio Rodríguez, las sagas nórdicas. Conversamos con pintores expresionistas, con Mark Rothko, con hojas arrastradas por otoños. Seguimos series y películas en el ordenador. Vivimos   tanta música. Recordamos viajes y planeamos intensamente otros. Nos contamos cosas de nuestra infancia, de momentos intensos, de personas que conocimos. Tomamos comidas exquisitas que ella prepara. Ella baila desatada por el salón y yo la veo bailar. Tomamos vinos deliciosos y yo tomo coñac. Paladeamos frases de los poemas,   nos vemos de repente uno a otro en un gesto, nos quedamos mirándonos con as...

La casa que se tragó el otoño*(fragmento) - Antonio Costa Gómez

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Nuestro mito fue  estar en Buenos Aires  y lo vivimos en el vértigo,  en las plazas elegantes,    en las librerías de noche,   en los teatros , en los cines bullentes.    Lo experimentamos en las cafeterías donde se recordaba a Ernesto Sábato,  en los rincones donde se había quejado Alfonsina    Storni,    en los cruces donde se levantaban torres bohemias.    Lo sentimos en el obelisco que señalaba el cruce de las oleadas de la avenida más ancha del mundo,  en los grandes almacenes de un lujo que quién podría comprar,     en las riberas del río de la Plata.    Lo soñamos en los barcos anclados ,    en los anticuarios de San Telmo,    en los desvanes donde se ensayaba tango , en los trasteros donde se daban clases de baile,  en los bancos donde los viejos se acordaban de Italia o de Croacia.  Lo supimos en los museos donde soltaba sus locuras Xu...