El misterio del cine*- (fragmento) - Antonio Costa Gómez




Antonio Costa Gómez
En el café Barbieri me preguntó el general Pilniak: “Entonces ¿cuál es el misterio del cine?”. Era un antiguo general del ejército soviético, que colaboraba con Casa Rusia, y tenía mucho interés por el cine. Lo conocí en la Filmoteca un día que miraba como un personaje de Dostoyevski una película de Parajanov. De vez en cuando me llamaba y charlábamos en el café Barbieri en los asientos de terciopelo.
     “El misterio del cine –dije- es que nos recoge, que en él está nuestro aliento”. “¿Es eso lo que usted quiere sintetizar en su vino? – dijo- ¿El aliento de la gente?”  “¿Qué vino? –dije- Yo no estoy sintetizando nada. Solo me gusta mucho ver películas, todos ustedes ven visiones”. “Bueno, es posible –dijo-, pero nosotros sabemos qué poder, digamos diabólico, tiene el cine. Fíjese en El acorazado Potemkin o en Iván el Terrible, o incluso en La tierra, de Dobjenko”. “Se nota que tiene usted nostalgia de la época soviética” – dije-. “Claro que tiengo nostalgia –dijo-, fue mi mejor época. Pero también he apriendido mucho después de eso”. “Nunca dejamos de aprender –dije- Hasta el último segundo, cuando es demasiado tarde”. 
    “Para usted el cine es un baño –dijo Pilniak-, una iniciación. Es como sumergirse en el agua. Y quiere convertir el agua en vino, como en el mito cristiano”. “Convertir el agua en vino –dije- es posible. O sacar miel de la roca, otra frase de la Biblia. El cine es algo milagroso, casi sobrenatural, nos saca de nuestro marasmo, hace que todo parezca valioso. Es la visión pura, es cuando realmente vemos. Cuando vamos por la calle no vemos nada, no nos fijamos en nada. Pero cuando estamos en el cine todo es ver, nos arrebatan las imágenes”. “Y usted – dijo el general Pilniak- quiere embotellar esa visión”.
     “Quizá me gustaría” –dije-. “Parece como lo que dice Robert Bresson en El diablo probablemente –dijo el general- El cine tal vez debería estar prohibido, como decía Tolstoi de la música, porque saca demasiado de nosotros mismos, nos remueve las cosas que están escondidas”. “El cine coge la desolación de las cosas –dije- Capta lo desoladas que están todas las personas y lo extrañas y fascinantes que son”. “Puede que el cine sea más verdad que la vida –dijo Pilniak- Pero hay que saber medir las dosis de verdad”.  “¿Qué sería de la gente si no le contaran cosas? –dije- Todo estaría muerto, no nos daríamos cuenta de nada. El arte en general es la forma de sacudir a la gente, de decirle que está viva. Pero el cine en particular demuestra que tenemos sangre en las venas y que estamos latiendo”. 
     “Entonces –dijo el general sonriendo- usted compara a los cineastas con los brujos de las tribus antiguas, los que contaban mitos a la gente”. “Pues sí –dije-, los cineastas son unos brujos, son los magos que agitan el caldero de la tribu”. “Eso puede inquietar mucho a la tribu” –dijo-. “Sí –dije calentándome-, el cine capta el misterio de las personas, y el que ha visto ese misterio lo intuye todo sobre la gente, puede ser algo monstruoso”.
     “Nosotros –dijo el general- en la época de la Gran Guerra Patria sabíamos que los nazis investigaban los misterios del cine. Durante la ocupación de Alemania incautamos documentos de grupos de investigación sobre el cine, en Weimar y en Dresde. Y además tenían a esa mujer diabólica, Leni Riefensthal”. “Diabólica y arrebatadora” - dije-.  “Oh sí –dijo el general -, ése era el problema”. El general Pilniak fumaba sin parar y hacía dibujos caprichosos con los dedos en la mesa del café Barbieri. Parecía querer indagarlo todo con los dedos. ¿Se imagina- le dije jugando- que yo pueda recoger ese misterio en una botella de vino?  ¿Y saborearlo a cualquier hora con amigos íntimos en mi casa?

(c) Antonio Costa Gómez
Salamanca 
España


Antonio Costa Gómez nació en Barcelona pero creció en Lugo. Es licenciado en Filología Hispánica y en Historia del Arte. Se dedicó a la enseñanza y a otras cosas pero su vocación más profunda siempre fue la de escritor. Publicó novelas como “La calma apasionada” o “Mateo, el maestro de Compostela”, libros de poesía como “Revelación” (con prólogo de Ernesto Sábato),  ensayos como “Las fuentes del delirio” o “El fuego y el sueño”.  El año pasado apareció “El huevo”, novela simbólica y existencial.  Llegó a las votaciones finales del Nadal, del Planeta, del Azorín. Apareció en la antología “Poesía española última” de Selecciones Austral y en “Elogio de la diferencia” de Caja Sur. Actualmente colabora en “El Progreso” de Lugo, “Salamanca al día” y otras publicaciones. 


*El misterio del cine, novela publicada por la editorial Quadrivium, de Gerona, se presentará en Lugo, Salamanca y Madrid 

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