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Mostrando las entradas etiquetadas como novela

El misterio del cine*- (fragmento) - Antonio Costa Gómez

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Antonio Costa Gómez En el café Barbieri me preguntó el general Pilniak: “Entonces ¿cuál es el misterio del cine?”. Era un antiguo general del ejército soviético, que colaboraba con Casa Rusia, y tenía mucho interés por el cine. Lo conocí en la Filmoteca un día que miraba como un personaje de Dostoyevski una película de Parajanov. De vez en cuando me llamaba y charlábamos en el café Barbieri en los asientos de terciopelo.      “El misterio del cine –dije- es que nos recoge, que en él está nuestro aliento”. “¿Es eso lo que usted quiere sintetizar en su vino? – dijo- ¿El aliento de la gente?”  “¿Qué vino? –dije- Yo no estoy sintetizando nada. Solo me gusta mucho ver películas, todos ustedes ven visiones”. “Bueno, es posible –dijo-, pero nosotros sabemos qué poder, digamos diabólico, tiene el cine. Fíjese en El acorazado Potemkin o en Iván el Terrible, o incluso en La tierra, de Dobjenko”. “Se nota que tiene usted nostalgia de la época soviética” ...

La casa que se tragó el otoño*(fragmento) - Antonio Costa Gómez

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Nuestro mito fue  estar en Buenos Aires  y lo vivimos en el vértigo,  en las plazas elegantes,    en las librerías de noche,   en los teatros , en los cines bullentes.    Lo experimentamos en las cafeterías donde se recordaba a Ernesto Sábato,  en los rincones donde se había quejado Alfonsina    Storni,    en los cruces donde se levantaban torres bohemias.    Lo sentimos en el obelisco que señalaba el cruce de las oleadas de la avenida más ancha del mundo,  en los grandes almacenes de un lujo que quién podría comprar,     en las riberas del río de la Plata.    Lo soñamos en los barcos anclados ,    en los anticuarios de San Telmo,    en los desvanes donde se ensayaba tango , en los trasteros donde se daban clases de baile,  en los bancos donde los viejos se acordaban de Italia o de Croacia.  Lo supimos en los museos donde soltaba sus locuras Xu...

La muertita o la novela que (fragmento)- Susana Szwarc

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Susana Szwarc tapa del libro La muertita o la novela que-  editorial La mariposa y la iguana                                                 Se te ve cabizbaja, le dijo un vecino y la muertita hizo una inclinación con la cabeza. Ya empezaban a darse cuenta, no del todo pero sí de algo. Un olor a tristeza iba segregando y quedaba la segregación por el aire por el piso. La muertita estornudó, para su sorpresa. No había supuesto eso. Tendría que cuidar los detalles. Tendría que aprender. La muertita comenzó a viajar, pensó que esa era una forma de distraerse o mejor, de entretenerse. Se aburría, había aprendido que ese estado -el de muertita- era fatigoso sobre todo por el aburrimiento. Tomaba el subte en cualquier parte, llegaba al final del viaje, cambiaba de vagón, llegaba a una estación cualquiera, volvía a cambiar de vagón. Hasta el último...

Reinaldo E. Marchant- Me gusta más cuando la sueño (fragmento)

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Reinaldo Edmundo Marchant Me gusta más cuando la sueño (novela-fragmento) Alguien tal vez se pregunte por qué he decidido soltar a los bichitos que dormían en mí y sólo puedo responder: "ni yo lo sé. Simplemente tenía que hacerlo". Sí he dispuesto todo esto para que dejaran de comentar que parecía estúpido y boquiabierto  el día completo. He de afirmar sin tardanza: lo que sostienen tus manos no es una novela. Es la puerta que abrí para que toquen mis carnes. O la inercia vital que las sacude. Hasta ahora nadie conoce mi nombre y ello me enaltece. Quedaré agradecido si descubren al hombre que se oculta en la montonera de colores. Al hombre aislado, sin relación con los demás, que viene a ofrecer el amor de sus movimientos, retablo que se desborda en inocencia (perdón por hablar con este modo: no tengo otro). He amado profundamente un sueño y no sé qué significa. Lo mismo que la vida, que un día comienza y nunca se sabe como termina. Ya ...

Dinamara García

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Dinamara García Un dandy en Río Preto novela (fragmento) ¡Glenn! De ojos grises casi rojos, pelo gris y un poco amarillo también. Amarillo que algunas veces crece y cubre el ceniza en todo lo que es rizado.Nada de nuevo en este muchacho de botas color marrón rojizo. Nada, absolutamente nada, de nuevo. ¿Pero alguien sabía de su existencia? Si se va a saber algo es por mí, es conmigo. Soy el único que conoce a Glenn, a menos que un día... Entro en su calle. Él es tan grande, es el color más importante de la calle. El verde de los árboles, la helada en los árboles, están a su servicio. El asfalto y los coches, el sábado a la mañana es de él, para él. Todo es menos que él, Glenn, Glenn pero no es tan bonito sin todas estas cosas y sus colores. Un bombón en la boquita redonda, todo el sábado es dulce y parece infinito, será más sabroso cuando sólo quede chocolate disuelto en el fondo de la boca, como un almíbar. Glenn va sintiendo el último gusto del chocolate. el papel era t...

Silvia Plager

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El Cuarto Violeta (novela- fragmento )* Capítulo uno — ¿Te volviste loca? ¿Qué vas a hacer en Islandia? Siempre odiaste el avión, el frío, perder tus funciones de ópera, tus plantas, tu, según vos —hizo un gesto despectivo—, amable rutina. Cuando construí cabañas en Ushuaia, me diste tu apoyo pero después dijiste que no me quejara si ibas a visitarme poco, que estaba bien que me abriese un camino pero por qué justo en ese helado culo del mundo. Y ahora vas a Islandia en vez de ir a las termas, como te sugerí. La verdad, mamá, quiero saber la verdad. Si hasta de finanzas están mal los islandeses. ¿No leíste lo del corralito bancario? Si no fuese por la crisis econó¬mica, la gente ni se acordaría de que existe Islandia, salvo los británicos que metieron allí sus ahorros. No me digas que alguien te aconsejó depositar ahí la magra herencia de papá… Ya sé, mamá, que a los argentinos se nos conoce más por nuestras calamidades que por nuestros logros y que Argentina...

Liliana Heer

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 Liliana Heer  Hamlet & Hamlet  (fragmento) Aquí estoy padre, sin barba y con la cabeza descubierta, intimidado por no llevar sombrero. La moda y la moral esparcen huellas, expresan el intento de confinar antagonismos. Más aún, el juego de las estaciones prolonga sus contornos fundiendo pompas con ruinas. Make me a mask. Acabo de llegar y no por barco, lo digo solamente para verter algún contraste. Nunca se te hubiera ocurrido abandonar Elsinor, lo que equivale a oír: Nunca habría dejado estas tierras para buscar a nadie. Los aparecidos no son grandes viajeros, permanecen unidos al dominio, merodean, se esconden, vigilan. La corporeidad de los objetos penetra en ellos poco a poco, convierte el paisaje en origen, prolegómeno de un destino manso, inexorable. Como si la esencia de lo propio fuese un gigantesco ombligo que hace girar la escena del mundo en las manos, y el ímpetu de posesión permitiera recortar inquietudes, expandir las ansias mutiland...