Gabriela Aguilera Valdivia
Vine a cobrar lo que me debes Te he seguido y sé con quién sales, a qué hora vuelves. Escuché cuando detuviste el auto, el sonido de la puerta al abrirse, las llaves que dejaste caer en el pocillo rojo que está sobre el arrimo de la entrada. Después, tarareando, te metiste a la ducha. Creíste que firmando los papeles del divorcio todo se había acabado. Tienes que saber que no es así. Hay cuentas pendientes. Tú me debes demasiado. Estás obligada a pagarme y yo vine a cobrar esa deuda. Con ayuda de la pistola que descansa en el bolsillo de mi chaqueta. A pesar de que cambiaste las cerraduras, pude entrar. Yo entro a donde quiera. No me creíste cuando te dije que no importaba dónde te escondieras, que no importaba cuántas denuncias pusieras, cuántas órdenes de restricción llevaran mi nombre. Yo te iba a encontrar, te iba a tener frente a mí. Porque así quiero que sea. Abrí el mueble bar, me serví un trago y me senté a esperarte en el sofá blanco, recostado en los cojines. Tengo...