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María Alicia del Rosario Gómez de Balbuena

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¿Cómo no buscar a Jesús? Hacía mucho tiempo que ya nada lograba emocionarme, hasta ese día. Caminaba descalza por las arenas blandas de aquella orilla correntina- mezcla de tierra y ladrillo picado- mientras desataba recuerdos y cansancios apilados en algún rincón del corazón, tratando de encontrar la magia de una sonrisa que lavara las heridas del alma, cuando el horizonte me devolvió otra imagen: La de un pequeño que jugaba más allá... Acerqué mis pasos hasta él, que ni siquiera los advirtió –o al menos eso me pareció- y me acuclillé a su lado. Los dos mirando al frente. Los dos atrapando las luces que cabalgaban en la cresta de las aguas, cedidas por la redonda luna del Taragüi... Ambos en silencio por bastante tiempo. De pronto sentí necesidad de saber y hablé, aún mirando las aguas que ya me devolvían luces y sombras… -¿De dónde sos amiguito?- -No tengo amigos yo- , me respondió con voz transparente, casi vacía. Vengo a buscarlo -¿Al río? ¿A estas horas y solo? -Sí. A estas horas ...

María Alicia del Rosario Gómez de Balbuena

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Ranitas Humanas Correteaban por el piso desmayado de mayólicas olvidadas…Eran “ranitas humanas” en un día de lluvia pertinaz que las impulsaba a jugar dándole algo de brillo a ese momento —especialmente gris de sus vidas- ¡Juancito echó el barco en el charco! Y mientras sus piernitas se mojaban y el papel se empapaba haciendo que la nave perdiera equilibrio, el niño…preguntó por su papá: “Un largo tiempo de cárceles” que hoy lo miraba desde la ventanilla enrejada de un móvil policial, en el que se trasladaba a todo “reo peligroso. Juancito lo buscaba desde sus 4 años, con una mirada vacía de ilusiones, pero reclamándolo a viva voz. María…Su hermana y “madrecita” también había venido, con sus apenas cinco años lo cuidaba, pero de a ratos se zambullía en la aventura de ese juego que le proponía la lluvia… En tanto…Los empleados de aquel juzgado procuraban mantenerlos alejados de la cruda realidad no dejándolos entrar en la “Sala de Audiencias”…¡Como si un “no” fuera importante en esa coy...

María Alicia del Rosario Gómez de Balbuena

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Infancia La lluvia calaba pertinaz, y amenazaba seguir -según juguetonas tala lunas que adornaban el patio -unas más saltarinas que otras- cuando Elisa hurgó en sus nostalgias y recordó “aquella siesta”. Había atravesado la galería de la “Casa del Niño” donde vivía –antes de que llegara el padre Antonio—y metió “sus patitas” en el charco… De niña, Elisa gustaba de jugar descalza. Le agradaba ver que el agua "se le trepaba" cuando apoyaba los piececitos en los patios anegados, como buscando ser alzada. ¡Así solía hacer ella cuando pasaba Raquel, la única que por aquel entonces le demostraba cariño! Cuando llovía, en aquella casona se pasaba "chapaleando" al patio general, y las marcas se notaban en cualquier calzado después... Los piececitos de Elisa, desnudos, no las mostraban…Su humanidad entera tenía otras marcas, aunque la mayoría de ellas no se advertían a simple vista. Paja y barro haciendo de ladrillos, aunque desgastados, que se pegaban a una "pared...