Araceli Otamendi

La babysitter Eduardo y yo pronto vamos a cumplir quince años juntos. Cinco años de novios, cinco de casados sin hijos, casi como novios y cinco años de casados con dos hijos. No me puedo quejar. Eduardo es comprensivo y me ayuda con los chicos. Vivió el embarazo de los dos, como si él mismo hubiera estado embarazado, los mismos dolores, los mismos temores, los mismos sueños. Eduardo cumplía con mis antojos, me mimaba. Estuvo presente en el parto. Me cuidó como una madre, atendió los chicos y a mi. Ahora que ellos van al jardín de infantes, le propongo a Eduardo que quiero sentir que somos nuevamente novios, ir al cine solos, tomar un café, trasnochar un poco. Y por eso he contratado a una babysitter. Es una mujer de unos sesenta y cinco años, me la recomendó una vecina, Alejandra. Ella también quizo hacer lo mismo que yo: salir sola con el marido, recuperar aunque sea por unas horas esa pareja que alguna vez existió. Nos conocimos con Alejandra en el curso de preparto, haciendo los ej...