Me llamó Boris Pasternak - Antonio Costa Gómez

foto: Consuelo de Arco

     Me llamó Boris Pasternak, me dijo: “Acuérdate de cuando escribí en 1917,  en medio de la guerra mundial “Mi hermana la vida”. Hablaba de la actividad de los trenes,  de como se movía todo el mundo a pesar de todo, de como empezaba  la primavera. Y escribí: “La vida, mi hermana. Aquí la ves que ella explota/ y se desfleca en lluvia, en llantos, en bofetadas de primavera”.  Y sentí la  energía.  Mordí la vida con gracia”.  
    Pasternak  me dijo:  “Los ancianos se agarran más la vida, la abrazan con fuerza, la beben en  cucharadas profundas. Igual que tu abuela de Tortosa poco antes de morir cuando le ponían la sopa de cena decía: “Me sabe a poco”.  Le sabía a poco la vida. Los viejos  saben lo que vale,  han pasado  mil cosas, los han amenazado tantas plagas, han renacido tantas veces. Pórtate como un viejo.  Los jóvenes se portan  con arrogancia, creen que la vida  les va a sobrar siempre, ni le prestan atención,  la miran  con desdén,  les aburre todo.  Pero tú sabes lo que vale. Has  pasado hambre  y sabes lo que vale un pedazo de pan”.   
     Pasternak me dijo:  “Sabes que mucho después, en otra guerra mundial, escribí “Los trenes matutinos”. Hablaba de los trenes de madrugada en que  llegaba  la gente a Moscú desde los alrededores, me asombraba  el encanto  de la vida en los pequeños detalles,  los  álamos se desataban en mitad de la nieve, los astros tronaban sobre el mundo,  los escolares se pegaban  a su infancia, las gentes de los suburbios y los campesinos iban al trabajo. Sentía el latido de Rusia, los viajeros  soportaban aquello como señores, miraba su generosidad y belleza a pesar de todo.  Todos iban leyendo en los trenes como embrujados, con todo el encanto de la vida.  Los niños lanzaban al paisaje olores de jabón fresco y de cerezas salvajes”.  ¿Y yo qué  contesté? 

(c) Antonio Costa Gómez
Madrid
España
Antonio Costa Gómez  es licenciado en Filología Hispánica y en Historia del Arte. Fue finalista de los principales premios españoles, apareció en antologías y colaboró en muchas publicaciones. Ya ha publicado bastantes libros. En “Las campanas” suenan al mismo tiempo todas las campanas de Compostela para despertar a la gente. En “El maestro de Compostela” un escultor del siglo XII busca la vitalidad infinita en los comienzos del gótico. En “La calma apasionado” el emperador Adriano busca algo que no perezca entre recuerdos y obras de arte en su villa fantasiosa de Tívoli.



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