Carlos Meneses

Yo no soy Ingrid Tiró el bolso sobre la cama con movimiento fatigado. Se quitó los zapatos sin emplear las manos y descalza fue hasta la otra habitación que carecía de puerta y la separaba de su dormitorio una vieja cortina amarilla. En el camino hizo rechinar la cremallera de su falda y quedó al aire un trozo de su muslo lleno y el perfil de su braga negra. Se soltó el pelo rubio que le llegaba a los hombros atado a la nuca con una cinta roja. El muchacho que estaba en la otra habitación dejó de leer un instante, la había visto correr la cortina pero no había respondido el saludo de ella . Levantó la vista con lentitud, parecía que sus ojos se hubiesen despegado con esfuerzo del libro que leía y luego volvió a sumergirse en los centenares de páginas sobre Derecho Penal. La luz de un pequeño cenital caía de lleno como una enorme moneda de oro sobre la mesa, i...