Los primos - Araceli Otamendi

Nunca supe muy bien cuál fue el origen del parentesco, se empeñaron en decirme a mi, "prima" y a Roberto "primo". Eramos vecinos desde hacía años. Ellos eran un matrimonio solo. Nunca los visitaba nadie. El hombre era gordo, demasiado gordo, la mujer también. De noche, a la hora de la comida a través del pasillo se escuchaban risas, parecían alegres, pero eso sólo duró algunos años. Seguramente veían algún programa de televisión. Cuando Roberto empezó a progresar en el trabajo y nos pudimos comprar un pequeño auto, los vecinos empezaron a mirarnos con mala cara. El hombre viajaba en taxi porque la gordura le impedía subir a un ómnibus. La mujer era más delgada y también trabajaba. Creo que el problema empezó cuando la mujer dejó de trabajar. Cuando yo llegaba a casa, la veía a ella, desde la calle, mirando por la ventana. Nos saludábamos, como siempre. Pero había algo extraño en su mirada. Hasta que un día, serían las siete de la tarde,...