Magda Lago Russo



El silencio de un adiós 

La noche tormentosa se ilumina con la luz zigzagueante de los relámpagos, la lluvia como cascada no cesa de caer. Entran a la cabaña y se despojan de la ropa mojada, él se desploma sobre el lecho luego de cubrirse con una bata, ella decide tomar un baño reparador.
Al acostarse, él se siente invadido por negros pensamientos, ella con una insinuante bata de satén, se recuesta a su lado y lo rodea con sus brazos con suavidad él se desprende de ellos y se vuelve de espalda. Esa noche, no siente atracción  hacia ella,  miles de ideas acuden a su mente, sabiendo que tiene que irse obligado, abandonar todo sin saber si retornará, siente la angustia de un moribundo e inquieto se revuelve en la cama.
Ella no insiste presiente que algo lo inquieta, nunca lo sintió tan distante como en ese momento.
Cuando se encuentran, el tiempo no alcanza para expresar con los cuerpos, la pasión que los desborda. Paciente se abandona al sueño, sabe que al día siguiente le contará todo.
Él con los ojos semi cerrados, piensa en la orden de partida que esa mañana ha recibido para salir al amanecer. Ella siente como la mano de él se apoya en su hombro y sonríe entre sueños.
El viento ha despejado el cielo, la lluvia ha cesado y entre nubes una luna recién nacida ilumina la alcoba, el rostro de la mujer se recorta sobre la almohada, él no se atreve a despertarla al ver la placidez que la envuelve.
Cavila, cuando ella despierte él ya no estará y se siente conmovido ante esa mujer que lo ha amado y que él ama con ternura y pasión.
Desea que quede al margen, sólo a él le pertenece el dolor, la angustia de la ausencia, cada vez más cercana. Se siente un poco egoísta al no compartirlo con ella,  va a sufrir y a desilusionarse quizás de él, ¡mejor! Creerá que no la ama, pero no puede despertarla en medio de la noche y decirle:”me voy”. No podría soportar la despedida.
Todos los planes de vida quedan truncos ante lo insólito de la partida junto a otros hombres que como él son empujados a una guerra sin destino, que ellos no han determinado.
Vuelve a mirar a la mujer, atravesada en el. lecho extendiendo una pierna que apoya sobre la de él, como deteniendo la partida.
Muy suave para no despertarla se fue separando, sin esperar más, se viste rápido y en silencio, con cuidado abre la puerta, se da vuelta para mirarla levanta la mano a modo de saludo, mientras aprieta el adiós en la garganta. 

(c) Magda Lago Russo


Magda Lago Russo: Nació en Montevideo -  Uruguay. Químico Farmacéutica. Co-Fundadora del Taller de Creatividad Literaria “La aventura de escribir” de la YWCA Costa de Oro (Uruguay).Incursionó en talleres literarios y clubes del libro Ha escrito una novela grupal:”Las cuatro estaciones”, Novelas cortas individuales:”La caja de Nyco”, “De recuerdos y soledades”,”Todo tiene su tiempo”,”Mundos Diferentes” Revistas literarias.
Recibe dos menciones de honor: 1997 y 2006 respectivamente de la Revista “Xicóalt”(estrella errante)de la Organización Yage (Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura Latinoamericana) de Salzburgo Por Trabajos sobre temas ecológicos..

imagen: Benito Quinquela Martin, Amor en el puerto (de la muestra Quinquela entre Fader y Berni en el MUNTREF - En la colección del Museo de Bellas Artes de la Boca)

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