Desarme - Araceli Otamendi
Marita había pasado una noche de perros, casi sin
dormir.
Primero fueron los duendes, o los fantasmas, esos
que andan por la cocina y abren las puertas de los armarios para que de pronto
salte algún paquete de fideos secos, de arroz o de galletitas y se estrelle en
el piso.
El susto por el ruido no pasa a mayores pero la
desvela.
Es entonces cuando se pone a pensar temas para un
cuento, o le aparecen, se le ocurren, alguien, no sabe quién, le dicta al oído:
Etelvina,
la araña dañina, La
guerra twittera, o La soledad de los
trapos.
Cualquier título viene bien para empezar a escribir.
Etelvina
es una araña que camina despacio pero acecha...teje su tela y sus ojos se
mantienen abiertos...
La
guerra twittera, táctica y estrategia de unos contra
otros, quiénes son los unos y quiénes son los otros, le recuerda al film Los unos y los otros de Lelouch, Jorge
Donn bailaba el bolero de Ravel …
La
soledad de los trapos, puede ser la soledad del vestuario en un
camarín, cuando la función termina y las actrices y los actores se van.
Ahí aparece la soledad, los trapos colgados, abandonados
hasta la próxima función.Solos como los títeres después de actuar hasta que
algún títere cansado de esperar salta del estante y con un ademán les indica a
los otros que lo sigan. Aprovechan la madrugada y el sueño del titiritero para
salir de ahí y escapar.
La luz del amanecer se filtra por las maderas de la
persiana, un aire fresco la obliga a cubrirse con una manta.
La escalera de luz se dibuja en la pared.
A esa hora no puede llamar a nadie, los que están
despiertos empiezan a publicar en las redes sociales.
Es demasiado temprano para publicar fotos, frases,
alguna pintura. Siempre hay algo para publicar.
Lo peor de todo no es la noche pasada sin dormir
sino lo que viene después: el vecino de arriba.
Los golpes, los martillazos, empiezan temprano.
Parece que al vecino, un hombre joven, con músculos
desarrollados a fuerza de gimnasia y boxeo, con muchos tatuajes, se le ha
ocurrido remodelar la cocina. El vecino siempre anda con el ceño fruncido.
Marita sólo sabe que el vecino tiene una moto, vuelve de noche tarde a la casa,
generalmente a la misma hora de siempre. Tal vez trabaje de noche, en seguridad
o en algún local nocturno.
Escucha los ruidos del departamento de arriba, la
música se escucha fuerte, también el sonido del agua cuando su vecino se baña.
Y en estos últimos días su vecino está rompiendo el
piso, sacando los armarios con ayuda de alguien.
Hace días que Marita soporta el cadalso de los
ruidos sobre su cabeza.
Hace días que piensa en subir y tocar el timbre del
vecino y pedirle que empiece a trabajar a otra hora, que lo haga de tarde, que
espere un poco.
¿Y si el hombre reacciona mal?
Porque hay mucha violencia y a nadie le gusta que le
toquen el timbre para decirle que está haciendo algo mal. Puede ser que ese
hombre le aseste un golpe, por presentarse en su casa.
Marita insomne es otra Marita, el insomnio es un
viaje sin punto de llegada, es una noche de fantasía, fantasmas y oscuridad,
también de duendes.
Durante la mañana Marita tiene cosas que hacer, como
siempre.
Salir por las mañanas es una parte importante de su
vida. Tomar un café, leer, caminar, hacer alguna compra.
La tarde es diferente, hay otra luz, otros ruidos.
También se escucha el canto de algunos pájaros, otros, distintos a los del
amanecer. A veces gritan las cotorras que cruzan de un lado al otro de los
árboles, a veces grita también algún carancho. O puede ser algún buitre de esos
que acechan a las palomas.
Tendida en el sofá
intenta dormir, recuperar unas horas de sueño nocturno.
Sin embargo, nada de eso ocurre.
El vecino comienza ahora con una sierra eléctrica,
hace un ruido infernal.
Parecería que las paredes estuvieran moviéndose.
Es hora de enfrentarlo, de subir un piso, tocar el
timbre y decirle que termine con esos ruidos molestos.
Hacer un pacto, un acuerdo, si me avisa los días y
las horas, me voy de casa, en esas horas estaré afuera.
Eso le va a proponer.
Sube la escalera.
Ensaya una media sonrisa, una expresión canchera y
toca el timbre.
Toca una vez, dos, tres veces.
Nadie parece escuchar.
Después golpea la puerta.
Se escuchan pasos, el tintineo de unas llaves.
La puerta se abre.
En lugar de salir el hombre robusto y musculoso,
aparece un pequeño perro, un Chihuahua de color negro, tiene una capa de paño
color rosa y un brillantito pegado en la cabeza.
La imagen del perrito que tiene al lado de sus pies
ahora la retrotrae a otra etapa de su vida, cuando era muy joven y alguien
depositó en sus manos un perrito igual a ése, un cachorro.
¡Qué feliz que era! Cuántas ganas de vivir y hacer
cosas tenía! Se veía a sí misma con el perrito que alguna vez tuvo en sus
manos.
Marita se quedó callada por unos instantes hasta que
apareció en primer plano el vecino.
-¿Sí? preguntó el hombre
-Soy la vecina de abajo, dijo Marita.
El hombre la miraba con curiosidad.
El perrito empezó a correr por el pallier, Marita
intentaba agarrarlo.
Los argumentos que había preparado para increpar a
su vecino se le habían desarmado.
Nada, dijo Marita, no tiene importancia, me confundí
de piso, su perro se parece mucho a uno
que tuve antes.
©
Araceli Otamendi
Araceli
Otamendi (Quilmes, Provincia de Buenos Aires) vive en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires desde los 9 años. Graduada en la carrera de Análisis de Sistemas
(Universidad Tecnológica Nacional – Fac. Regional Buenos Aires). Cursó estudios
de literatura principalmente en el taller de Mirta Arlt. Es escritora y periodista, dirige desde hace
veintidós años las revistas digitales de cultura Archivos del Sur y Barco de
papel.
Publicó
las novelas policiales Pájaros debajo de la piel y cerveza – Premio Fundación
El Libro a escritores noveles 1994 y Extraños en la noche de Iemanjá. En 2000
su antología de escritores hispanoamericanos Imágenes de New York fue
presentada en el Centro Rey Juan Carlos I de NYU, New York.
Es
traductora, tradujo a varias escritoras y escritores brasileños. Publica
habitualmente en revistas y suplementos
literarios de Argentina y de otros países.
https://revistaarchivosdelsur.blogspot.com/p/araceli-otamendi-escritora-y-periodista.html
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