Martha Minteguía

Enzo Cucchi

                      

Sobre  un   Monólogo interior

Siento que algo me persigue. Me esconda donde me esconda, siempre está ahí . Vengo con una peregrinación infinita , con un cansancio  quejumbroso que envuelve y disipa mi vida en forma aberrante .
Lejos quedaron los sueños y las risas , los paseos  despreocupados por la ciudad sin rumbo fijo mirando los carteles de neón y silbando por lo bajo .
Algún teatro o cine que me provocaban con su invitación a su oscuridad llena de voces y personajes.
Tengo en mi bolsillo mi nuevo documento (falsificado por supuesto por mi amigo Roberto , que los hace perfectos y sin fallas). Tuve que hacerlo .
Debo huir cuanto antes , para que “ la sombra “ no me haga suyo , para desaparecer sin dejar rastro . Ya abandoné la pensión pero dejé allí todas mis pertenencias ( no sea cosa que se den cuenta ), pagué la luz , el gas y…¡Listo!.
Sólo saqué la plata del banco porque no conozco mi rumbo , pero debo apresurarme antes que “ la sombra” advierta mi ausencia.
Iré a la terminal de ómnibus ya, tengo el sombrero bien  encasquetado en mi cabeza y me puse un sobretodo que me queda grande para parecer más gordo. Sacaré un boleto al Paraguay  o a Chile , ¡qué sé yo! , lo importante es partir …

   Y si cambiara no sólo el nombre sino el lugar , y para llegar a él debiera atravesar el océano a nado ¿Me ayudaría Júpiter a encontrar mi destino y las sirenas acompañarían el compás de mis brazadas?
 Al llegar a la otra orilla, tengo las ropas empapadas y el sabor salobre en mis labios, esconde toda la sal marina , y mis ojos…¡Ah!  mis ojos no se acostumbran a la luz del sol irrumpiendo en las pupilas . Vengo de la oscuridad  acuosa, del recinto verde y translúcido sin tiempo, con algas entre los dedos y los brazos con espumas…
Comienzo a caminar lentamente tratando de reconocer el lugar, es  extraño , la arena está absolutamente empapada y hay piedras, muchas piedras y enfrente una pared inmensa .
Levanto la vista y ante mi absoluto espanto , “la sombra”  me hace señas llamándome. Corro desesperado buscando el amparo del mar, me doy cuenta que es imposible desaparecer. Sólo lo lograré internándome en lo profundo del lecho marino.
Tiro todo en la orilla , hasta mi identidad, y me interno en ese mundo que hace un instante me había transportado a “otro” lugar y ahora deberá ocultarme , disolverme …
Ya me alejo de todo, de nuevo el sabor salado en mis labios , rayos solares  atravesando tenuemente las aguas y todo yo soy un receptáculo oceánico. Abandono, dormir , la calma total , el olvido …

© Martha Minteguía
Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires



 imagen: 

Enzo Cucchi
A Terra d’Uomo, 1980
grafito sobre papel entelado
cm 180x210
Colección Massimo D’Alessandro, Roma

(de la muestra en la Fundación PROA)

                                  

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