Magda Lago Russo
Mundo Imaginario
“Algunas veces suelo entrar silenciosamente
a sentarme entre ellos...”
Fahrenheit 451”- Ray Bradbury
Cuando la nostalgia me invade, subo retardando el paso los escalones que separan la sala principal de la buhardilla. La penumbra acomete el lugar y allí me quedo, mirando alrededor donde la mezcla de objetos en desuso asemeja una pequeña feria, que la penumbra los transforma en seres de un mundo mágico.
El perchero con un solo brazo saluda con el sombrero campero. El baúl de mimbre se queja cuando levanto la tapa mostrando su contenido de libros de cuentos amarillos, acudiendo a mi mente las canciones de Heidi , los saltos de Caperucita por el bosque y la casa de Los tres chanchitos.
Las muñecas de pelo enmarañado elevan sus bracitos desnudos con afán para evadir el encierro. Los peluche forman un corrillo hablando todos juntos, un idioma propio.
Sobre la pared, el cuadro torcido de un payaso lanza una carcajada, mientras un lágrima rueda por su rostro de mil colores.
Pasando la mano por los viejos diarios, abro sus páginas que lanzan sus letras al espacio y se unen en frases que no entiendo
En un rincón una pelota desinflada, recuerda los juegos en el patio de la casa paterna.
La bicicleta tumbada en un rincón se esfuerza para enderezarse y comenzar los paseos por la plaza.
Mi imaginación vuela, siempre que subo a ese lugar, todo se transforma y por un tiempo que no mido, me siento una especie de mago.
Cuando la luz del día desaparece y enciendo la lámpara, todo vuelve a ser real. El perchero queda inmóvil, el baúl calla, el payaso no ríe, no oigo canciones ni coloquios y las letras de los diarios ocupan su sitio.
Muchas veces he pensado en desalojar el lugar, mi decisión se aplaza por los recuerdos que cada objeto guarda y la necesidad de estar sola a veces en ese mundo que invento en mi imaginación.
(c) Magda Lago Russo
Montevideo
Uruguay
imagen: Joaquín Torres García (de la muestra Aladdin.Juguetes transformables, en el Malba)
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