Carlos Meneses
Flor de amor En enero le brotaron claveles rojos mientras leía la carta que él le había escrito. Toda la familia, estupefacta primero, alborozada después, la rodeó cariñosamente. La madre, tras besarla emocionada, fue la primera en arrancarle las flores y comprobar que eran tan naturales como las de cualquier jardín. Luego, pidió a sus otros hijos que salieran a venderlas aunque, como es lógico, se reservó unas cuantas para ella. Al día siguiente fue el padre el que quedó absorto cuando vio a su hija nuevamente cubierta de claveles, los que con presteza la fueron arrancados y vendidos en la ciudad. Así se sucedieron los días hasta la llegada de febrero y, en medio de los suspiros y cándidas miradas a lontananza producidas por una nueva carta, nacieron hermosas margaritas que la familia en pleno se encargó de recortar. En ese mismo mes llegaron dos cartas más, coincidiendo con la frondosidad del florecimiento. El padre, muy satisfecho con la novedad, decidió abandonar su trabaj