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Mostrando entradas de 2022

La Apanjoray - José Respaldiza Rojas

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                                        Puede que esta historia le cause cierto rechazo, pero considero que debemos enfrentar nuestra realidad, sin maquillajes y diseñar alguna solución. El calendario marcaba 1954 y la hacienda familiar andaba en mengua, pues como dice el refrán: Do sacan y no pon, presto llegan al hondón. Debido a eso mi madre le suplicó que le buscara un trabajo al tío Ruperto. Es así que acompañé a mi madre a Mayocc, uno de los tantos pequeños pueblos olvidados de nuestra patria, a muchísimos kilómetros de Lima, también conocido como Lagunoyoc en razón a que un cerro se desmoronó sobre el Mantaro impidiendo su fluir recorrido y formando una inmensa laguna, que duró muy poco, pero esa es otra historia, volvamos a lo nuestro, este alejado pueblo es, como dicen, un lugar Donde el Diablo perdió su poncho. Allí la extrema pobreza moraba en casa de casi todos sus pobladores. A propósito sus viviendas de un solo piso eran de adobe, sin ventanas. Salimos de la burbuja l

La leyenda del suicida (Entre sombras de lo real) - Kim Bertran Canut

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  A Sócrates Expósito, la vida nunca le había dado un abrazo. Nacido de la tormenta, ésta sería su noche, su frente, su perfil…su acompañante. La triste composición de una partitura inacabada. Siendo apenas un niño, una hemorragia de lágrimas le creó una herida que sería eterna, ya por entonces empezó a odiar las cenizas de aquel maltrecho mundo a punto de hundirse. Pasaron algunos años, y cansado de recibir tantas puñaladas, decidió una luminosa mañana, poner fin a su atormentada existencia. Con una gruesa cuerda de cáñamo, escondida bajo el abrigo, marchó de casa, orgulloso, masticando la sonrisa del predestinado. Durante varios meses lo había estado planeando con detalle y precisión. - Bien! se dijo, hoy es el gran día…vamos allá. Comenzó a bajar los estrechos peldaños del viejo edificio tan apresuradamente, que resbaló en un rellano encerado -¡qué susto, Dios! Con suerte se sujetó a la barandilla. - Casi me rompo una pierna, podrían colocar un cartel de aviso. C

Sábado a través de la ventana -Márcia Batista Ramos

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  Márcia Batista Ramos   “Quisiera electrizar mis ojos y sacudirles su inercia doméstica.” [i] Alejandra Pizarnik   Miro por la ventana el sábado nublado a fuera, pongo atención al canto de los pájaros, viene a mi mente la pureza de todo lo que no es humano. Hace tiempo que ya nos dijeron que “solo Enoc, Abel, Job, Daniel y Melquisedec son puros” y les creímos. Empero, no recuerdo si nos dijeron por qué. El aprendizaje llega a borbotones de dentro hacia fuera, alimentado por los conocimientos e instrucciones que recibimos de afuera, se procesa adentro y lo expresamos hacia afuera, dicen que es un crecimiento personal, pleno de luces y de sombras. El viento es la circulación del aire de un lugar a otro, con más o menos fuerza, pero hoy, particularmente, está circulando, con más fuerza. Haciendo que las ramas de los arboles zarandeen, como si alguien tocara una canción con frenesí y les obligara a bailar a su ritmo. Alejandra está botada en el sillón con los ojos muy abiert

Zapatos plateados - Araceli Otamendi

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  Zapatos plateados                                         En homenaje al Día del actor y de la actriz     Sobre zapatos plateados en las estelas del sueño salgo a caminar, a encontrarme a solas con mis pensamientos. Hay espejos rotos, pájaros, poemas, río, viento y nubes. Encuentro un poema anónimo.   Hay quien busca a alguien que es canción de cuna. Camino, camino, me duermo en nostalgias. Bajo una montaña rusa a toda velocidad. Mi mano sostiene una cinta que se agarra a otras, sufro el vértigo y abro los ojos. Me refugio en una librería, la de siempre, y desde ahí miro la calle, entonces me veo pasar, soy yo la de antes, la chica que iba caminando rápido cuando salía a almorzar, la misma calle, la veo y   saludo, pero ella no me ve, se apura, tiene que volver a trabajar. Vuelvo la mirada sobre la lectura, el pasado está ahí, pero vuelve, se va, lo dejo ir. Más tarde, en otro lugar, mientras camino por un pequeño puente sobre las vías de un tren, una mujer y

Pequeñas Antillas... ( Mayo 2002) - Kim Bertran Canut

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Plantaciones de cacao, caña de azúcar y oro verde (banana)…tránsito por las calles estrechitas de adoquines infectos, blenorrágico. En la plaza del pescao, Zanba el demonio juega al Kou Kou djèdjè…letras quemadas leídas en papel limón con estupefacción…los almacenes con tejados de aguilón de curaçao permanecen tapiados con un rito sangriento. En sus puertas coloreadas de ténebre oscuridad, los aires ventean huracanados. Asusta el temblor, el eco indeciso, unánime imagen de recelo. Las aguas altivas de los mares se alzan empuñando lengua asesina que engulle a sus presas, devolviéndola a las fauces de sus orígenes más ancestrales. Antes de la rebelión los fantasmas duppies ofrecen “un petit marronage” a los criollos prietos, blancos o trigueños que bailan y componen músicas con viejos barriles de petróleo, con patas de conejo en las bocas y gallinas descuartizadas. Se mestizan los cacerolas de acero (steel pan) con el soca, raggasoca y calipso…el cimarrón vocifera un papiamento isle

Alguien garabateó mis entrañas - Kim Bertran Canut

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foto: Kim Bertran Canut Recuerdo al bajar del avión, el golpe denso de la calima en la cara, aquel clima abrupto me fulminó a fogonazos…el desierto oscureciendo, los cielos sangrando y el malecón atiborrado de ojos, observándome, bizqueando con curiosidad, personajes singulares de distintas castas, tatuajes y clases sociales, se congregaban allí solo para estudiarme y solazar su bostezo de jornadas simples y silenciosas. Aquellas gentes pretendían huir de la monotonía y el hastío, viendo desfilar a extraños y desconocidos viajeros que, llegaban del aeropuerto, y cultivando posibles enigmas de interés en las existencias de éstos, ingeniaban fantasías sin conocer sus realidades. Malcom, el anciano guía vino a mi encuentro, obligándome, a desviar la panorámica, de una niña joven continental que pintaba en un lienzo mi pensamiento…eran colores grises, entelequias sin oasis…dibujó mi ánimo y yo le sonreí con cierta fascinación y condescendencia… Caminamos unas horas hasta llegar a una

Volando - Cecilia Vetti

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Por un momento el desasosiego se apoyó en mi hombro y lentamente fue haciéndose recuerdo. Tal vez esperaba que esa sensación no me dejara, tanto de alborotados estaban mis sentimientos. Si los sentimientos se pierden sin que podamos grabarlos, en un tiempo son todo y después una nada. Los sentimientos vuelan a cualquier lugar y ya nunca más serán nuestros. Había perdido en una espesa bruma, el sudor que me cubría al llegar a la escuela, con ese olor a tiza y desesperanza que tanto aborrecía. La tiza siempre molestó la sequedad de mis manos y mi olfato , con ese polvo inútil que me sabía a exigencia, a encierro, a n ú meros esquivos que se escapaban de mis maltrechas neuronas. Ahora ni siquiera puedo comprender ese malestar que me llevaba a la náusea, tan solo por la presencia de la profesora de matemáticas. Una mujer flaca como una vara de mimbre, apoyándose en nuestros miedos para alagar su vanidad de docente intachable. ¡ Fidelidad a los números ! ¿ C ómo se puede tener fide