Sábado a través de la ventana -Márcia Batista Ramos
Márcia Batista Ramos |
“Quisiera
electrizar mis ojos y sacudirles su inercia doméstica.”[i]
Alejandra Pizarnik
Miro por la ventana
el sábado nublado a fuera, pongo atención al canto de los pájaros, viene a mi
mente la pureza de todo lo que no es humano. Hace tiempo que ya nos dijeron que
“solo Enoc, Abel, Job, Daniel y Melquisedec son puros” y les creímos. Empero,
no recuerdo si nos dijeron por qué. El aprendizaje llega a borbotones de dentro
hacia fuera, alimentado por los conocimientos e instrucciones que recibimos de
afuera, se procesa adentro y lo expresamos hacia afuera, dicen que es un
crecimiento personal, pleno de luces y de sombras.
El viento es la circulación
del aire de un lugar a otro, con más o menos fuerza, pero hoy, particularmente,
está circulando, con más fuerza. Haciendo que las ramas de los arboles
zarandeen, como si alguien tocara una canción con frenesí y les obligara a
bailar a su ritmo.
Alejandra está
botada en el sillón con los ojos muy abiertos, mirando fijamente arriba, para
ver si el techo se le cae encima…Sin dejar de mirar a fuera, le digo:
-Es un sábado con
mucho viento. –escucho su voz que viene de más atrás respondiendo:
- “(…) es un sábado
verde molido\en la nada \es un sábado deshecho en la vertiente del vacío.”
Como siempre me
desconcierta su actitud y en un intento (vano) de hacer una apología a la
cordura, para tal vez, rescatarla, sin ni siquiera tomar en cuenta lo mucho que
estoy perdida, simplemente, desahogo la sensación que ella me causa con su
ánimo siempre hecho añicos:
- ¿Otra vez, estás
triste? ¿Por qué siempre estás triste? Parece, que el cansancio vital, nació
contigo y se encariñó, terminando por anidarse entre tu pelo corto. Todos,
tenemos decepciones, dificultades y esas cosas que llamas, fracaso. Pero, nadie
reniega tanto de la vida, como para no intentar una vez más. Nadie se encuentra
con el nihilismo de la existencia a cualquier hora del día, con la misma facilidad
con que lo haces tú. Y si por acaso, alguien encuentra a la nada, no se entrega
como tú lo haces, con tanta desenvoltura, sin misericordia de todos los que te
queremos y nos agarramos a tu mano (fría, débil, temblorosa) que siempre está
transpirando y no quiere sujetarnos. Parece que estás en un túnel negro de
desesperanza. Ven a la ventana a ver el viento y escuchar a los pájaros.
Intenta algo distinto, hoy, por lo menos, hoy.
- “¡Me rebelo!
Contemplo mi habitación y me rebelo y tengo miedo. ¡Miedo de mí! ¡Miedo de mí!
Me hablo suavemente. Siento que la vida (¡mi vida, óyelo, mi vida!) se va.” -Contesta
impunemente.
- ¡Ah! Alejandra.
¿A dónde se va tu vida? Hace tanto viento a fuera… Dime: ¿Cuál el enigma que se
oculta detrás del sufrimiento? Yo
también sé sufrir… Cualquiera lo hace. No entiendo tu esmero en esa lección que
aprendiste antes del verbo. Podríamos, abrigarnos y salir a la galería para
hacer burbujas de jabón. Y sonreír mirando a la luz que viaja en la burbuja de
jabón. Y por un momento, nos olvidaríamos de lo fea que es la vida y de la
inmundicia del mundo. Tu mirada, viajaría con la burbuja de jabón. Dejarías de
mirar al techo.
- “Mi roñosa
sensibilidad respira rostros repugnantes y calcula las posibilidades de no
soledad que obtendrá por ellos. ¡Caer! ¡Estoy cayendo! Mientras me río, no sé
por qué, me siento impura. Cuando lloro, no sé por qué, me siento yo y me
purifico. ¡Cómo sufro! Mi alma es un trozo amorfo, blanquecino y lloroso…”
-Percibo tu dolor,
ajeno al fracaso de una aspiración a la felicidad. Es un dolor que atesoras
mezquinamente, no lo sueltas, no lo compartes…Pues, temes que alguien lo haga
suyo, más que tuyo. Y la muerte, no es una respuesta verdadera, porque tú,
mejor que nadie, detentas el dolor inconsolable de saberte eterna.
- “¡No! ¡Mentiras!
¡Mentiras!”
- ¿Ves Alejandra?
Hacemos esfuerzos de ordenes distintos.
- “Quebrada en el
diván, asisto inquieta y divertida a la ilógica ansiedad que salta dentro de
mí. El temor al futuro me previene sigiloso: ¿qué será de mí? El presente
truhán y bohemio no admite amonestaciones verdosas y macilentas. Los anhelos
vierten su sed infinita en mi cáustica, desconcertada interioridad.”
-Yo sé que tu dolor
es auténticamente humano. Y siempre se hará presente en todos aquellos que
saben que no existe redención. Por eso yo prefiero a Dios, como un amparo para
endulzar la hiel de la realdad. Especialmente, cuando me siento solitaria entre
las masas de conversaciones. Con todo, yo quisiera encontrarte bien Alejandra;
quisiera dar la vuelta y verte con la intensidad de lo que asciende. Yo sé que
tienes el esplendor de lo que permanece incandescente, mismo a contraluz. Pero,
prefiero mirar el sábado a través de la ventana y hablarte, así de espaldas
hacía ti. Porque tu seguirás mirando al techo… ¿Sabes? Si yo no supiera del
miedo que te habita, yo me sentiría mejor, Alejandra.
[i] https://libroschorcha.files.wordpress.com/2018/01/diarios-alejandra-pizarnik.pdf
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