La invasión - Cecilia Vetti

Desde mi cama pude ver como pequeñas olas traspasaban los resquicios de la puerta e inundaban el piso encerado. Pude oler ese aroma salado inundándolo todo, pero no me importó, hasta que me di cuenta que el agua llegaba a la biblioteca. Mis libros elegidos siempre estuvieron en algún lugar del dormitorio, muy cerca del lecho, acompañándome. Los ingleses, quienes dormían en el último estante, estiraban sus manos de palabras pidiéndome ayuda. Un idioma desconocido llegaba hasta mí. Todo era una babel de palabras, confundiéndome. Traté de memorizar esas hojas amarillas materializadas por algún traductor creíble, traté de divagar con los escritos y llevarlos a zonas más altas. No podía levantarme, mi cuerpo estaba estaqueado al lecho, bordeado...