DCF
Buceo literario
-¿Por qué camina usted así? –Le preguntaste
-Para no pisarlas –respondió el mozo encogiéndose de hombros, y recién ahí notamos, que había palabras regadas por todo el suelo, hasta la altura del tobillo; observé a los padres, que seguían discutiendo afuera, mientras los niños chapoteaban en un mar de letras; tú apagaste el cigarro, yo me agache para tocar el agua… y allí viste por encima de mi hombro, como emanaban las palabras, se escurrían por la mesa de la muchacha… y las teníamos por la cintura cuando me terminé la grapa; los padres, entraron con las palabras por el pecho, las iban apartando con sus manos y braceando al avanzar, llegaron donde los niños; pasó una muzarella flotando; jugaban una guerrilla de agua locos de la vida, pero a vos te molestó, porque ya no podías fumar, claro, a esa altura los dos flotábamos, si yo, para terminarme la grapa, tuve que bucear; el trago se me había quedado abajo y lo saqué a flote mientras que el mozo, arrodillado sobre la más alta estantería, de cara contra el techo se niega a traerme la cuenta, insiste en que no las quiere pisar… y ella cierra su latita, todos caemos, dejamos de flotar, la poetisa se retira, se despalabró el bar.
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Montevideo, Uruguay
imagen: Roberto Rossi, Botellas y copita (de la muestra Vida quieta en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco)
imagen: Roberto Rossi, Botellas y copita (de la muestra Vida quieta en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco)
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