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El mundo es ansí - Kim Bertran Canut

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    Escribía su filosofía y experiencia cosmopolita, con letra antiqua   y redondeada, sobre pergamino natural, con pluma de ave y tinta de nuez. Buhoviejo vive en la calle, en pleno 2017, como estilita del siglo V, sobre pilares de columnas existenciales, quizá no tan radical en su verticalidad, él caminaba por la ciudad llana, huía del sistema impuesto en la sociedad deconsumo. Sin política, sin religión… nihilista positivista. Conversaba lo justo y necesario. Pedía con orgullo constitucional, derechos para compartir con los menesterosos, esos seres, compañeros de infortunio que los gobiernos intentaban velar para no desgarrar el teatro urbano... Nadie conocía el pasado de Buhoviejo, así que siguiendo a la naturaleza humana, las gentes maliciosas concebían barbaries de todos los matices, sin argumentos…solo profecías creadas por la desidia y el hastío de mentes cautivas,  constituidas por gobernantes dictatoriales, sin escrúpulos. Buhoviejo no comprendía el patrimonio de algunas

Vaciándome - Cecilia Vetti

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                                             Me largué a llorar, y fue mi llanto como un vértigo empujándome a la nada y al todo. Era justo en ese momento que lograba vaciarme de él.       Poco a poco, el llanto fue dejándome despojada de tanto rencor. Entré en un silencio cómplice. A veces el silencio tiene música, y uno se adentra en él, sólo para pensar que aún queda algo: uno mismo.      Al haberme liberado del odio, también perdía   mi condición de víctima. La lástima es como un vestido que se lleva hilvanado con la mirada de los otros.      Ahora estaba sola, enterrada en un muro de lamentos sin ecos.      Salí al aire, me pareció distinto. Era un aire puro, sin cargas neblinosas ni vestigios de ausencias. Quise beberlo con avidez, con esa sensación del que está mucho tiempo en un cuarto. Ya era de madrugada, y un alba ebria de colores nuevos fue iluminándome el camino. (c) Cecilia Vetti Banfield Provincia de Buenos Aires   Cecilia Vetti  nació en el barrio de B

Un viaje particular - Araceli Otamendi

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  Marisa iba a cumplir por fin, eso creía, un deseo, hacer un viaje casi sin dinero y con una mochila y con un rumbo que podría cambiar. Últimamente, después de la terrible pandemia de covid 19 que había asolado el planeta Tierra se consideraba una sobreviviente con suerte. Había sobrevivido a tantas cosas, sería mejor no enumerarlas para no remover tanto el pasado. Tanto es así, que después de cumplidas todas sus obligaciones familiares, laborales , sociales, de cuidado, había planificado este viaje. Siempre había vivido al límite, como si el dia de mañana no existiera, sólo el presente, como en una canción, parecía importar. Primero iba a pasar unos días en el campo, cerca de la naturaleza, oliendo el pasto, la lluvia, el olor de la leña para cocinar por la noche, y el olor de los animales, algunos .Tal vez cantando canciones en un fogón. Después iba a ver, si iba para el norte o para el sur y tal vez lo más logrado podría ser viajar en un plato volador y alejarse duran

Cruce ajetreado por el filo insondable de horizontes reales… (Junio 2018) –Kim Bertran Canut

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    Escuchaste el concierto de los antepasados, cuando la música representaba tanto en tus adentros…descubrimientos sensoriales y emotivos…era como si el alma proyectara un corre-ve-y-dile-a- la-vida, que iniciaba y disparaba con pasión tus fuegos de artificio hacia un interior ilusionado y enmarañado.   Una embestida de melancolía   te dejó marca a navaja, sobre la piel tatuada de tus primeros atardeceres. Entonces marchaste en un galeón mercante…aún paladeo tus últimas palabras, dijiste con una media sonrisa: - Aquí emprendo un nuevo ciclo, esta vez en el charco… Compañero, si viajar es vivir un poco más, si marchar ayuda a encontrarse y la experiencia es el camino...continuaremos su pauta, desde el principio al fin. Seguiremos preguntándonos nuestras propias respuestas... Nos dimos la mano, el destino nos distanció y escribió un amén en las páginas del libro de la existencia. En los 50’s vagaste por las calles de NY, pude admirar tus fotografías en Blanco y negro de merc

Crónica de una lectura - Araceli Otamendi

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  imagen diseñada por IA  Estaba por la página 25 de la nueva novela de un autor que me gustaba y venía leyendo desde hace años. Todavía no había ocurrido nada, es decir no había ninguna acción que hiciera progresar el relato. El personaje aún no había salido de la cocina y así fue como empezó el libro. Dejé el libro sobre la mesa y fuí hasta la cocina a buscar una manzana. La cáscara era roja, brillante.Con la manzana en la mano caminé hacia la ventana, en la calle se habían reunido los motoqueros que traen pedidos y envíos para repartir, algo habitual. No sé qué hacen , por qué se reúnen, de que hablan. Se deben aburrir bastante, a lo mejor. Ojalá lean libros. Alguien envió un mensaje por whatsapp, no lo leí, había varios mensajes. Los leería después. La tarde de un día nublado y frío. Una ola de frío polar atraviesa la región. Comí la manzana, el sabor era agradable y fresco. Empecé a pensar en el libro que había dejado sobre la mesa. Por qué el personaje no salía de

Emoticonos sin alma o la maldita realidad ha estado aquí - Kim Bertran Canut

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      Esta mañana en la guagua el ambiente estaba enrarecido. Una transpiración hostil recorría el rostro de los pasajeros, que con irritación tecleaban sus móviles…Allá al fondo, en un rincón apartado, en el último asiento, una chica adolescente se hallaba aturdida, las miradas la registraban con fiereza. Ella sabía que la estaban reprochando, ellos no se molestaban en esconder su menosprecio. Hombres y mujeres comunicaban mensajes y whatsapps con sus familiares y amistades…Uno escribía ¡Con lo joven que es, qué barbaridad! Algunos contestaban: No me lo puedo creer. La misma arma vejatoria, utilizaron para hacer fotos a la apaleada chiquilla, y mandarlas a los poco creyentes, para dar fe a las palabras condenatorias. ¿Lo ves? Sí sí, qué desfachatez. ¡Vaya con la niña…! Seguro que sus padres no saben nada, pobres, qué cruz tener una hija así. Yo la desheredaba cómo mínimo y la echaba de la casa. Aprovecharse así de unos pobres viejos, qué triste debe ser la vida para ellos…

Cuentos breves - Krzysztof T. Dabrowski

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    ilustración creada con IA     El coleccionista   Adam estaba rodeado por un espacio infinito. Afortunadamente, tenía recuerdos que la última vez. Vivió intensamente pero trató de ser bueno y el destino lo premió con una vida placentera. El primer beso. La primera vez con Maya. La fiesta de cumpleaños número dieciocho con amigos. El primer concierto de su banda. Cenas familiares y partidas de scrabble con sus padres. El nacimiento de su hijo. Una hija. Un montón de buenos recuerdos en los que podría profundizar, revivir. Y muchos momentos de encarnaciones anteriores. Por eso renacía cada cierto tiempo. Quería tener algo para llenar su existencia eterna.             La piedra   Fue amor a primera vista. Sintieron que estaban destinados el uno al otro. Pasión, cariño y la impresión de que los días son demasiado cortos para perderlos, aparte. Cuando lo extrañaba, una piedra en forma de corazón siempre la consolaba. Era el símbolo de su amor. Un día