Isidora Magdalena Azúa Lizana












El deseo eterno



Los años pasan pero jamás olvidaré este día, o mejor dicho estos meses, este año en especial. Mi deseo más grande era tener un hermano que ahuyentara mis momentos de aburrimiento, calmara mi temor y me acompañara hasta el resto de mi vida.
Sin embargo ese deseo parecía inalcanzable ya que año a año se hacía eterno sin esa personita a mi lado. Mis 6, mis 7, mis 8, mis 9, mis 10 y finalmente mis 11, mis dulces 11 años. Jamás pensé que este año se cumpliría mi deseo eterno y tampoco me imaginé que iba a ocurrir la pesadilla más maldita de mi vida ... ahora iré al grano, comenzaré a relatar lo ocurrido comenzando del principio del 2011 y un poquito del 2010.
Mayo 2010: a cada paso una hoja caída de los árboles. Iba de regreso a casa tras un extenso día de estudios, agotada y casi sin ánimos abrí la puerta de mi casa, tiré la mochila y me senté en el sillón. Mi mamá me aguardaba sonriente y me dijo: tendrás un hermano o una hermana. Con esa frase recuperé los ánimos y empecé a saltar gritando. Enseguida le avisé a mi papá pero él ya sabía. Como no tenía a quien contarle casi se entera todo el poblado. Desde ese día pasaron días soleados, tardes oscuras, días nublados muy gélidos y días en que los helados reinaban como postre preferido.
La espera era infinita, eterna, perpetua, pero con paciencia todo era posible, mi espera requería de una enorme paciencia.
Enero 2011: año nuevo, fiesta ya que estamos cerca de la fecha en que una nueva vida llenará los corazones de nuestra gran familia. Ese día estábamos todos, no faltaba absolutamente nadie, todos estábamos en perfecta salud y estado.
Febrero 2011: el calor invadía absolutamente todo y mi hermano crecía dentro del vientre de mi mamá.
Marzo 2011: finalmente marzo 25, éste fue el día más maravilloso, nació mi hermano, era una alegría gigante que me invadía aunque con un poco de temor porque no sabía cómo enfrentar la situación. Como toda una hermana primeriza, llamé a mi papá para saber cómo estaba él, mi mama, y por supuesto mi hermano. Él me dijo que estaban bien, y muy alegres de recibir a mi hermano, sólo que había nacido con síndrome de Down. Cuando supe esto lloré a mares porque tenía miedo que le pudiera pasar algo a mi hermano y tampoco nací sabiendo cómo enfrentar una situación así. Cuando llegó mi papa de regreso a casa me abracé a él y lloré mucho de emoción y de miedo, cosas muy mezcladas imposibles de entender.
26 de marzo 2011: un nuevo día y tengo un hermano, estaba feliz. Partimos en la mañana rumbo al hospital a buscar a mi mamá y al dulce niño registrado como Renato. Cuando llegamos al hospital tuvimos muchas dificultades para ver a mi mamá porque a los niños a veces no los dejan subir hacia las respectivas salas donde se encontraban los pacientes, pero después de todo subí con un nudo en la garganta de felicidad y muchas cosas a la vez. Cuando entré al sector de maternidad vi el rostro de mi mamá sonriente y la abracé con temor pues se me había olvidado que ese ser que habitaba en el vientre de mi mamá ya estaba afuera.
Luego pregunté a mi mamá por mi hermano y ella me dijo que debido a unas dificultades de respiración estaba internado en neonatología sólo por unos días. En ese momento yo creía que lo tendríamos de vuelta en casa en unos dos días más pero no sabía lo que me esperaba.
Pasaban los días y mi hermano no llegaba así que mis papas debían ir a visitarlo, viajaban todos los días al hospital, cada día con una gran inquietud. Renato no llegaba jamás, la espera se hacía más eterna cada día. Cuántas lágrimas no fueron derramadas, cuántas veces no dormíamos pensando en él, cuántas veces el ánimo decaía, pero por el éramos capaces de hacer todo. La angustia invadía nuestra casa.
Abril 2011: esta es la parte triste, 6 de abril en la madrugada. Este día fue un día fatal que estará marcado por el resto de mi vida. Estaba soñando cuando me nombraron y me desperté. Era mi papá, lo saludé y me senté en la cama, pensé que era un día como todos los demás y pensaba que asistiría a la escuela feliz como lo habitual pero no. Mi papá al momento me dijo: hija, tu tata se murió. Yo no lo podía creer y las lágrimas brotaron de mis ojos ya cansados de tanto llorar por mi hermano. Ese día el mundo se me venía abajo, no tenía a mi hermano, y mi tata se había dormido eternamente. Estaba desecha, pero que más le puedo hacer, la vida y el destino querían eso para mí.
Mayo 2011: esta fue una alegría que no se puede explicar con palabras, fue un sentimiento tan profundo que no puedo explicarlo.
El día 12 de mayo, con un mes y unos pocos días, llegó mi hermano a casa. Esto era tan bueno, agradecía a Dios por habérmelo devuelto a casa. Cuando lo vi era tan especial, su carita de ángel es irresistible, refleja tanta benevolencia, tanta inocencia que hasta cuando hablo de él me emociono porque lo amo.
Él es mi razón de ser, sin él el día se nubla y yo soy un alma en pena. Dicen que los niños como él son ángeles que bajaron del cielo, y que es un privilegio tener un niño así porque sólo llegan a las familias que los aman como sean y éste es el caso de mi familia, lo adoramos por sobre todas las cosas y estamos muy felices de tenerlo a nuestro lado, y por eso hoy tengo inspiración y puedo escribir esta anécdota.
Hoy mi hermano tiene ya cinco meses de vida, la cual alegra día a día nuestro existir. Mi deseo se cumplió este año y lo disfrutaré al máximo, y cuidaré el resto de mi vida porque no cualquier persona tiene a su lado un ángel como yo tengo. ¡Oh, fortuna mía!

(c)Isidora Magdalena Azúa Lizana

6° básico

Escuela Básica Pataguas Cerro
Chile

Cuento de la Antología Cuentos y Poemas de Pichideagua
Selección de Reinaldo E. Marchant y Verónica Klare
Chile

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