Facundo Melchionda
dios está en los detalles
Giraba su
taza que un rato antes había contenido café. Quedaba una pequeña gota y
disfrutaba mirando cómo al pasar dibujaba en el fondo de cerámica blanca. La
había conservado a propósito, y lo hacía siempre que el batido densificara el
brebaje de modo tal que permitiera aquel caligráfico objetivo. Llegaba a
encontrarse de pésimo humor de no lograrlo, razón suficiente para preparar
siempre por sí misma su café, sin dejar que otro lo hiciera. Aquella gota de
café sabía cargar, devolviéndole en brillo la mirada y con movimientos azarosos
suaves, la tensión fluctuante en la atención a la conversación. Sabía ensuciar
el fondo blanco con la dulzura de su interlocutor y decantar en él lo complejo
del mensaje. Amaba a esa gota incondicionalmente.
Como
contraparte él ignoraba la existencia de esa gota. Mejor dicho, esa gota le era
inconcebible. Cómo una pequeña partícula de líquido podía galopar de esa forma
a través de un alma; cómo alguien podía producir una sobrecarga de sensibilidad
tal en ella; cómo supeditar su felicidad a esta pequeña cosa. Y charlaba, en
las penumbras de esta profundidad, sin preguntarse el porqué del movimiento de
taza. Planificaba el día por venir mientras contemplaba en esa mesa de mantel
de plástico esos ojos tan humanos y tan ensimismados, que reflejaban su figura
con empatía. Se preocupaba por lograr esta admiración, la necesitaba. Amaba ese
brillar ante ella incondicionalmente.
Tal vez nos
gustaría envolvernos en esta funda extraña que nos acerca a una historia que
desconocemos pero que creemos la estructura portante de este enamoramiento y
sus razones más superficiales. Estamos seguros que esa forma de amar es
resultado de una serie combinada de decisiones y de hechos fortuitos que los
llevaron a ser como eran al momento de conocerse, que por un mecanismo
absolutamente desconocido e indebelable los sincronizó de tal modo que
terminaran juntos. Y por más interesante que nos parezca este devenir individual
no resulta práctico detenerse en reflexión: sin dudas lo por venir despierta
mayores curiosidades.
(c) Facundo Melchionda
San Martín
Provincia de Buenos Aires
República Argentina
Facundo
Melchionda
Arquitecto de veintiséis
años de edad, recién recibido de la Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
Todo un multidisciplinar de asiento tomar.
Dibujante de trabajo, de placer y de vocación. Docente de Dibujo del CBC de las
carreras de diseño de la FADU. Melómano total e intento de guitarrista.
Escritor aficionado y lector empedernido.
Reside en San Martín, Buenos Aires. Escribe
irregularmente en su blog http://kracklite.blogspot.com.ar/
, y se lo puede seguir en Twitter en @f_melchionda
Comentarios