Una estampida familiar (y una historia extraordinaria) - José Respaldiza Rojas
Elevo el rostro y diviso entre los anaqueles de mi biblioteca, una especie cofre pequeño, con la curiosidad a flor de piel avanzo hasta llegar a él, lo abro y lo encuentro repleto de fotografías antiguas, papeles con anotaciones y de pronto veo un sobre filatélico, fechado en 1947, donde aparece la dirección de la vivienda de María Santitos Chirinos, mi bisabuela materna, que radicaba en Buenos Aires.
Cierro los ojos, me meto en el túnel de tiempo y me transporto a esa fecha. Nosotros vivíamos en el jirón Manuel Segura, en la Quinta Zelmi, en Lince. Un buen día mi madre acicaló a mis dos hermanos y a mí, para ir a casa de mi abuela materna, en el jirón Guzmán Blanco N° 140 y no era para menos había llegado de la Argentina, mi tío abuelo Huberto Rojas Chirinos.
El comedor muy amplio contenía una mesa larga que daba cabida a unas treinta personas. Presidía la mesa precisamente mi tío abuelo, era un varón de mediana estatura, piel cobriza clara, abundante cabellera negra, con rostro algo serio sin llegar a ser adusto, lampiño para más señas. Lucía un terno de gabardina inglesa, de color gris claro, un chaleco de pelo de camello, una camisa almidonada con puños de gemelos y una corbata delgada gris oscuro, zapatos negros lustrados al duco.
Acomodó la servilleta cubriendo todo su pecho, juntó las manos y rezó un Padre Nuestro para bendecir la comida a recibir, luego del primer bocado da la voz de:
Servido.
Los demás familiares hicieron lo mismo, mientras unos masticaban, otros hablaban. Los menores estábamos en una mesa aparte dentro del mismo comedor. El tío Eduardo prende el tocadiscos, procede a cambiar la aguja, coloca un disco de Gardel y se escucha:
Mi Buenos Aires querido
cuando yo te vuelva a ver
no habrá penas ni tristezas
el farolito de la calle donde nací
Esa noche, como gozábamos del verano y aun se practicaba la tertulia, me escabullí entre las cortinas para no perderme lo que habrían de contar. Sentados alrededor del amplio patio mi tío abuelo Huberto, con su mate en la mano derecha, era el narrador principal. Sólo podía oír, no debía hacer ruido, pero de pronto escucho un nombre: Perón y en mi mente infantil se dibujó una pera gigante, se me escapa una risa delatora y me descubren. Son las once de la noche, vaya a acostarse.
Pero partamos por donde debimos empezar. Mi familia residía en la provincia de Chiclayo, capital del Departamento de Lambayeque, ya no queda ningún pariente vivo que pueda explicar esa fuga masiva, pues de Chepén a Chiclayo no hay más que un paso. Hay una antigua marinera norteña, que se escucha de vez en cuando, que entre su letra dice:
La gripe llegó a Chepén
hay ya llegó,
y está matando tanta gente,
pero no muere la decente
por qué será
Aquí debemos aclarar que se confunde resfriado con gripe. El resfriado es una enfermedad viral, muy incómoda, pero a los seis días pasa, mientras que la gripe es de necesidad mortal. Por eso, un pariente partió para Costa Rica donde trabajó en una oficina de envíos por cable. Otro se internó en Omas, en la serranía de Lima, mis abuelos maternos Ruperto Rojas Chirinos y Rosa Amelia Zorrilla, fueron a dar a Tarapacá cuando aún era territorio peruano y mi bisabuela María Santitos Chirinos y sus hijos Huberto, Margarita, Isabel y Ofelia, llegaron a Buenos Aires.
Alfredo Ponce Chirinos, natural de Omas me contó una historia, que escuché
escondido tras unas cortinas. Debemos indicar que la familia Cisneros Vizquerra fue deportada, por razones políticas, a la Argentina, por esa razón el peruano Luis Federico Cisneros Vizquerra, apodado el Gaucho, inició sus estudios castrenses en el Liceo Militar General San Martín y en el Colegio Militar de la Nación. En las reuniones de la Colonia Peruana se conocieron mi tío abuelo Huberto Rojas Chirinos con el Gaucho Cisneros, y así entra en contacto con los militares argentinos,
El coronel Juan Domingo Perón es Secretario del Departamento Nacional del Trabajo y desde allí se vincula con diversos organismos sindicales, bajo la premisa que los conflictos laborales no deben ser resueltos a la fuerza sino mediante el diálogo. Este esfuerzo de mejoramiento del clima con los trabajadores no es bien visto por algunos sectores dominantes y por el Embajador USA Spruille Braden. Es aquí donde entra a tallar mi tío abuelo Huberto Rojas, distribuidor de películas, pues entre las cajas de lata con películas comerciales se enviaban mensajes a los diversos sindicatos de todo el país, coordinando acciones,
Luego de un golpe palaciego, el 9 de octubre 1945, el coronel Juan Domingo Perón es encarcelado en la Isla Martín García. La maquinaria de vinculación usando las cajas de películas entra en acción y se produce todo un levantamiento de solidaridad en Buenos Aires, Rosario, Tucumán, los trabajadores de toda Argentina paralizan el país en su apoyo y se logra que sea liberado el 17 de octubre.
Perón Perón Perón Perón
Perón Perón Perón Perón Perón
Perón Perón Perón Perón Perón
La inmensa cantidad de obreros corean su nombre. Es un rotundo y contundente triunfo. La alegría popular se desborda. Ese año el coronel Juan Domingo Perón logra que lo elijan presidente. Mi tío abuelo cobra un relieve inusitado, se compra una gran casa en Mar de Plata, se le suben los humos, gasta más de lo que le entra, no importa porque al día siguiente volverá a ganar mucho. En eso cae Perón, mi tío abuelo se ve en apuros económicos, empieza por vender sus bienes inmuebles, los años no pasan en vano, va perdiendo la vista, se aferra a su tesoro mejor guardado, su colección de discos de Gardel.
Flaca, dos cuartos de cogote,
una percha en el escote
y un bandoneón,
parecía un gallo despluplu,
mostrando al compapa, s
u cuero picoco.
Cambien de aguja, se está rayando el disco.
Mis tías abuelas, que vivían de bordar y tejer, al perder la vista y tener arteroesclerosis no pueden seguir produciendo productos para su venta, pronto entran en la indigencia, ninguna tiene hijos y permanecen solteras, son los vecinos quienes las ayudan.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada
las ilusiones pasadas
no las puedo retomar
sueño con el pasado que añoro
y el tiempo viejo que lloro
eso nunca volverá
Tío Huberto, el destino te deparó esta increíble historia, con sentido inverso, guardo en la retina ese día de 1947 cuando me obsequiaste un sol y vi cómo le entregabas a la tía Georgina ese sobre filatélico que ahora reencontré.
(c) José Respaldiza Rojas
Lima
Perú
José Respaldiza Rojas (Lima, 1940) Decano de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Nacional de Educación (1991) catedrático principal, periodista, se ha especializado en literatura infantil. Es Magister en Ciencia de la Educación. Ha publicado La Maestra, Adivinanza, Las Fabulosas fábulas, Fabulario, Imayllanqui jitanllanqui mil adivinanzas quechuas, Las jitanjáforas en el mundo infantil. El Tangrama, Calcular con fantasía y otros más. Es miembro de APLIJ, CEDELIJ
Ganó el Premio Nacional de Promoción a la Lectura, en el nivel universitario. En 1997 la Biblioteca Nacional del Perú lo galardonó por su creatividad.
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Luis F Cuzquen