Las lilas - Cecilia Vetti

Estaba solo en la habitación, pudo sentir ese aroma especial que se amparaba en lo perecedero. En ese momento las lilas del parque tomaban formas descabelladas como caballos alados bordeando los costados del ventanal. Se sintió cerca de Dios, tan cerca como si el murmullo de su propia alma lo abrazara. Cuando el jardín se cubrió de oscuridad, abrió la puerta de su habitación y salió al aire. El croar de las ranas y el canto de los grillos lo hizo creer que toda su existencia era obra de algo sobrenatural e inasible. Buscó su karma debajo del saco y se acarició el pecho, lo recorrió un temblor desconocido, era él y a la vez no lo era. Tenía la boca seca, se acercó a la fuente y haciendo un cuenco con sus manos bebió con avidez. El agua cayó a su alrededor iluminada por un rayo de luz. Pensó en Uriel, lo había abandonado como una cosa inútil, después de ser su amante durante cuatro años. Uriel era caprichoso y arrogante, siempre deseando un poco más de esos billete...