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Mostrando entradas de noviembre, 2020

La claraboya - Cecilia Vetti

                       Todo es un temblor de estrellas agazapadas en el cielo de una claraboya oxidada. Una caricia corrosiva y sutil ha gastado los bordes de ese mundo de hierro. Por allí pasan las nubes demasiado rápido. Otras veces se quedan quietas en un tiempo de infinitos grises, enfriando el cuarto. También yo me enfrío, como si fuera una cama, una mesita de luz, el velador adosado a la pared. Me siento una cosa inútil que se va oxidando día a día. Alguna mañana la enfermera encontrará entre las sábanas, una figura ocre y desvaída. Al principio, la enfermedad me cayó como el latigazo de un verdugo. Un verdugo verdaderamente cruel, sin disimulos. Sabía llamar a las cosas por su nombre, esas que siempre le suceden a los otros. Cuando llegué a este hospital, pasé a ser un número, nada más que un número para diferenciarme. Mi rabia y mi impotencia me segaron. Ha pasado un tiempo, ahora ni siquiera puedo quejarme, el corazón todavía palpita con una fuerza memoriosa que termina aturdi

El álter ego y la gracia olvidada - Márcia Batista Ramos

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Emilio Pettoruti - Armonía- movimiento- spacio  Márcia Batista Ramos    Hoy la vida perdió un poco más de su gracia. Eran las 7 am y no había sonado el despertador. Es normal esperar que todo se repita, que salga el sol, que encuentres agua en el grifo y que puedas repetir, distraídamente, la usanza de los últimos tiempos. Hacer lo mismo sin experimentar el factor sorpresa. No soportas esperar para luego regocijarte con una sorpresa… Nunca miras la tele, especialmente porque a ti no te gusta la política, ni el futbol, peor las clases de cocina televisada. Cualquiera diría, que no te gusta nada. Te gustaba leer, antes de que el mundo fuera mundo. Eso yo lo sé. Te gusta leer. A noche leías el poema de Huidobro y te quedaste dormido. No es que no te guste… por gusto, por simple gusto, ya leíste unas veintitrés o veinticuatro veces el poema entero. A noche pasó algo. A noche te quedaste dormido, en el canto I. “¿(…) por qué perdiste tu primera serenidad? / ¿Qué ángel malo se