Borges, pensé que te soñaba - Márcia Batista Ramos
Borges y su gato Bepo, con cuadro de Norah Borges - recreación MNBA |
Anoche, yo no
sabía si dormía y soñaba o si realmente uno de los más brillantes y polémicos
escritores de América del Sur, Borges, estaba allí con su bastón y sus ojos
ciegos, observándome con los ojos del alma, como solía hacer cuando estaba en
un parque soleado o en un salón previo una conferencia.
Pensé en las
herencias de familia: en relación a la población mundial son raras las personas
que heredan un millón de dólares de su familia, la mayoría no hereda ni un
ropero usado, por el contrario, heredan la facilidad de engordar o alguna
tendencia al sufrimiento y lo más de las veces, un gen que marca la diferencia
en la existencia, como fue la ceguera en el caso de Borges. Primero su
bisabuelo, después su abuela, luego su padre y finalmente Jorge Luis. Sí, el escritor
fundamental de la literatura en la lengua española del siglo XX, al mismo que
le fue negado el Nobel de literatura, su cuerpo fue privado del sentido de la
vista en los últimos 29 años de su vida en la tierra.
Como si
escuchara mis pensamientos, Borges contestó con cierto titubeo: -Recuerdo a “mi
padre y mi abuela, que murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo
también espero morir. Se heredan muchas cosas (la ceguera, por ejemplo), pero
no se hereda el valor. Sé que fueron valientes”. En mi historia clínica,
registran ocho cirugías dolorosas, como bien lo sabes, ya experimentaste una,
pero, en mi caso, sin resultados. No fue posible salvar la visión, fue un trago
amargo te lo confieso, empero no quise claudicar a lo mío, seguí escribiendo
porque la fuente creativa es más interna… Todo es más interno… Hasta el hecho
de ver el mundo… Veo todo, de otra manera, solamente que no hay muchos detalles
o colores…
Hizo una pausa y
con la voz un poco embargada siguió hablando:
- Cuando era niño me gustaba observar los colores de todo lo que me
rodeaba, en especial de los pájaros y de las plantas. Pasaba largas horas en el
patio junto al aljibe observando el pequeño mundo a mi alrededor. Pero poco a
poco los colores fueron nublándose, ya tendría mis nueve años y me llevaron al
oculista y regresé con unos lentes pesados, gruesos como de fondo de botella…
Todo cambió, ya no podía participar de los juegos torpes, con los niños torpes
de mi época, ni de las grescas callejeras, tenía que cuidar mis lentes… ¡Ah! Yo
tuve que dejar de ser un niño torpe y tornarme formalito… Recibí nuevas
instrucciones para seguir viviendo y según crecía me enteraba que la lista era
grande, muchas cosas que no haría como ir al cuartel, por ejemplo; tú sabes… Después,
los colores fueron abandonándome progresivamente y las formas también: en los
últimos tiempos, antes de la noche oscura, pude descifrar el verde y el azul. En cambio, el amarillo me fue fiel… El blanco desapareció
o se confundió con el gris. En cuanto al rojo, ha desaparecido del todo, junto
con el negro, por eso escribí: “Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta
declaración de la maestría/ de Dios, que con magnífica ironía/ me dio a la vez
los libros y la noche”[i].
Sus palabras me
llegaron como una punzada en el alma, seguramente porque imaginé al niño
juguetón que tuvo que frenarse y adaptarse a las circunstancias y dejar de
trepar en los arboles y hacer cosas de niño. Seguramente, por eso se sumergió
en los libros y descubrió otros mundos, mientras el problema de la vista se
agravó. Me hubiese gustado ayudarlo, mínimamente leerle Joyce o prepararle
alguna comida, empero, me percato, que vivimos en planetas diferentes, apenas
conectados por la nebulosa de la literatura que, no necesariamente, es
retroalimentada; ya que yo navegaré en sus versos miles de veces, como quien
navega, regularmente, río arriba, río abajo y nunca llega al puerto donde los
niños descalzos juegan con pelota con sus camisas blancas abiertas en el pecho;
y él, lector eximio, a quien siempre lo atrajeron las obras que abarcan un
mundo como las de Dante, Shakespeare, Tomás de Aquino, Aristóteles, jamás se enterará que escribo textos cortos,
para un mundo líquido que vive apresurado y cada vez más, aprecia menos la
lectura.
Con certeza, él
percibió mi desolación y dijo: - Un escritor ciego, “o todo hombre, debe pensar
que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para
un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le
pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha
sido dado como arcilla, como material para su arte, tiene que aprovecharlo”[ii],
créame, me hubiese gustado recibir, alguna vez por lo menos, tus mimos: una
lectura en una tarde de lluvia, una taza de té con gotas de limón frente al
hogar… Pero yo viví casi un siglo y el destino no nos permitió encontrarnos.
Entonces, vine hoy…
Dijo eso y se
dirigió al espejo, tan pronto se acercó empezó a hablar:
- “No sé cuál es
la cara que me mira\cuando miro la cara del espejo; \no sé qué anciano acecha
en su reflejo\ con silenciosa y ya cansada ira.\Lento en mi sombra, con la mano
exploro\mis invisibles rasgos. Un destello\ me alcanza. He vislumbrado tu
cabello \que es de ceniza o es aún de oro. \repito que he perdido solamente la
vana superficie de las cosas.\ El consuelo es de Milton y es valiente, \Pero
pienso en las letras y en las rosas. Pienso que si pudiera ver mi cara \sabría
quién soy en esta tarde rara.”[iii]
Me quedé impresionada,
mirándolo detenidamente, en un lapsus, dormí profundamente. Cuando desperté, Borges
seguía allí…
(c) Márcia Batista Ramos
Márcia Batista Ramos, nació en Brasil, en el Estado de Rio Grande do Sul en mayo de 1964. Es licenciada en Filosofía por la Universidad Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Vive hace más de un cuarto siglo en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica literaria. Columnista de la Revista Inmediaciones, La Paz, Bolivia y Columnista del Periódico Binacional Exilio, Puebla, México, además. Colaboradora Revista Dominical, Periódico La Patria, Oruro; es colaboradora de varias revistas culturales en diferentes países.
Está incluida en el DICCIONARIO CULTURAL BOLIVIANO;
Anexo en Diablo- Diablada De Oruro Al Mundo – Antonio Revollo Fernández (2019);
Tiene cuentos, ensayos, crónicas, novela publicadas en libros y antologías.
Publicaciones en revistas y Blogs: Revista Regatul Cuvantului, Rumania; Faro Cultural Santa Cruz, Santa Cruz, Bolivia; Revista Oxímoron, Sucre, Bolivia; Revista Plaza Catorce, Cochabamba; Revista Culturel, El Salvador; Letras Itinerantes, Colombia; Musuq Nuna, Bolivia; Centro Cultural Francisco Solano, Argentina; Revista Tabaquería, México; Revista poética "Azahar" de España; Revista Paréntesis, México; Piedra y Nido, Argentina; La Literatura del Arte, Paris, Francia; Revista Relieves, Argentina; Revista Brevilla, Chile; Movimiento Poético Riba –Turia, España; Leamos cuentos y crónicas BLOSSPOT. COM, Argentina; Plumas Hispanoamericanas, Santiago de Chile, Chile; Bajootroscielos, Barcelona, España; El Espectador, Bogotá, Santiago de Chile, Chile; Bajootroscielos, Barcelona, España; El Espectador, Bogotá, Colombia; Revista Km0, Argentina; Alpiedelapalabra, Argentina; Bloghemia, Argentina; Nube Cónica, Chile. Ha publicado varias colaboraciones en la revista Archivos del Sur
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