Juan Carlos Pérez López

Salvoconducto La suerte es un duende que buscamos en los sitios más insospechados. Nos acecha burlón. Quiere que lo atrapemos, pero es escurridizo. A veces, sin pretenderlo, lo dejamos escapar delante de nuestras narices. Mientras huye nos hace una pedorreta; nos sentimos desgraciados. Echamos la culpa de nuestras desdichas a la propia vida; no somos capaces de reconocernos como responsables de nuestro propio infortunio. Erramos destino; llegamos al desastre personal. Intento agarrarme a la verdad del vino; me ahogo en mis propias mentiras. Como el Titanic, me he hundido al chocar mis cuitas contra los hielos que enfrían los tragos largos o cortos por los que navega mi existencia. Soy un náufrago dentro de la desolación de mi vida, de una vida que se ha ido a pique de manera lenta, pero imparable, de manera silenciosa, pero estrepitosa. Yo di rienda suelta a mi fatalidad. Todo lo demás compone un batiburrillo de excusas baratas que me ha costad...